viernes, 14 de mayo de 2010

Variado...

Amor animi arbitrio sumitur, non punitur.


Si ver no puedes

La transparencia de mis palabras,
Su inocua sencillez
Y su afable lírica.
Si entender no puedes
Lo unánime y personal
De mis humildes líneas,
Nada de mí
Jamás sabrás.
 Yo soy en versos,
Existo a través de ellos,
Son mi esencia,
Mi vida cantada.
Son  mi afín en el mundo,
Mi poderío en la galaxia,
Son mi único consuelo.
 Son mi gravedad y mi apoyo,
La base en la cual edifico
Moral y conducta,
Vocablos unidos,
Para dar de mí
La mejor versión.
Los aúno uno a uno
En el colosal vitoreo
De mis magnos decires.
 No soy sin ellos,
No vivo si no es por ellos;
Son mi trasporte a la gloria
De la divinidad terrenal:
Trascender más allá
De este cuerpo irreal.



Deja lo nefasto de tu corazón


A un lado,


Deja de mendigar compasión


Y ven conmigo


A perder la razón.


No me niegues


Lo que la turba predica,


No me calles


Si a ti me refiero.


De mí tomaste


Aquella vez


La rauda redención


En aras de un sueño mejor.


Me formaste a tu antojo


No dijiste ¡que injusticia!


A qué venir ahora


A mancillar mi nombre


Con el tributo


Que a tus dioses pagué.


No me mezquines


La savia original,


Ve que me estoy haciendo


Tal como la roca erosiona.


Soy la canción no cantada,


La convicción sin devotos,


Soy la queja de Epícteto,


Lo nunca dicho.


 Toma mis férreas manos,


-tú, su valor no pagaste-,


pero acércate de a poco


a nuestros lugares


y enajénate ante tu obra,


soy el riel



del tren de que descarrila.




A deshora
La fecundación pagana,
Antaño habla
Y dice los ecos de mis juegos.
Bacanal morboso,
Cielo infinito y oscuro,
Infructuosos soles
Proyectándose sobre el orbe.
Triste desidia la del lupanar,
Misterio sucio
De un minuto malsano.
La remembranza no podrá
Borrarlo siquiera.
 A deshora
Ha llegado el corcel blanco,
El estiletazo está profundo
Clavado en el pecho infértil.
Lágrimas de piedra,
Voces abismales,
Un trasunto beso que no puede ser.
Sin retorno la presa,
Muerta bajo el peso
De andanzas nocturnas.
Y un estío miserable
Cantando canciones de cuna.
 A deshora!
A deshora ha venido
A corregir errores,
Esta alma ruin
No se paga,
No se debe,
No quita pasiones.
Callados los cipreses,
Un vendaval profiriendo desiertos
Y un nombre único
Enviciando la moral.
 A deshora,
Esta aurora vino a imprimir tregua,
Ya se lloraron muchas penas,
Ya no se llora en el erial.
Primavera desertora,
Un minúsculo momento
Hechizando la paz mundana,
No hay tiempo,
No se vuelve atrás.
 A deshora,
El daño ya está hecho,
Mal fecundo el tributo
Que vino tarde a cargar culpas.
No hay redención en los abrazos,
Una caricia no puede escupir absolución,
Un ósculo, triste e ínfimo,
¡Ah miserable! Nada puede hacer él.
Ningún par de brazos
Podrá cargar tanta inmundicia,
Esto fue desaire
Al mismísimo Eros
En las plantas de Baco,
Cuyos labios inyectados
Fueron besados de antemano,
Se dictó condena:
Los culpables infames
Que ya no puedan deshacerse del peso.



 

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