lunes, 21 de mayo de 2012

Be free of fear...

14/05/12.



Porque cierres los ojos el mundo no deja de existir. Las cosas no se hacen por sí solas, alguien debe darle cuerda a las horas y minutos.
La fatalidad te asecha tras la puerta ¿vas a darle cabida? ¿Vas a iniciar la guerra después del alto al fuego? ¿Pretendes que las barricadas se hagan cenizas sólo porque las obvies?
Si el causal de todo es el pensamiento, ¿cómo quieres accionar a tu favor si a él caso no haces? Dañas tu más íntimo secreto por porfía. Y cuando brota la sangre soportas estoicamente haciéndote eco de tu Magno Orgullo.
Mi cielo nublado, debes saber algo, quien te habla tiene largo prontuario en Orgullo, y diré: a ningún sitio él conduce. Sólo te desploma derrotado ante el altar de tus sueños. Y te duermes entonces, famélico de una nimia sonrisa; en la más decrépita soledad. Deja a la chusma maldiciendo el derrotero de tus caídas. Pero tú sé distinto, a ellos ignóralos. Que te odien si quieren hacerlo! Que te defenestren. Haz lo que sientas, que lo que sientas va a estar bien. Qué atropello dirán los infelices. Qué heroico dirán los miedosos. Qué insano dirán los envidiosos. La réplica del mundo es vana cuando el corazón está seguro. A ellos NO LES DEBES NADA.
Proclámate vencedor sólo cuando hayas puesto en cada uno de tus fracasos, en cada una de tus victorias el corazón. No seas nefasto en un mundo donde la gente muere por un trozo de pan. No desperdicies lágrimas en lo que sí puedes tener. Nada más estúpido que ver la cima desde abajo por temor a ascender. Ve que los valientes arriba te esperarán. Y cuando rías el universo entero reirá contigo. Incluso las tontas esporas que respiras.
Te lo dice quien por orgullo ha perdido todo cuanto ha amado.


martes, 15 de mayo de 2012

I want to live, not just survive...


La ciudad guarda mis huellas
Y acaso ella no lo sabe.
La noche fundiéndose en el día
Me anticipa viejas nociones
De cuando mi paradero
Era totalmente incierto.
¿A dónde es que va mi horizonte?
¿A dónde se van las polillas
Cuando esgrimo al menos una sonrisa?

Ya no anticipo nada,
Vivo el hoy,
Si bien magullada por adioses,
Si bien un poco rota de andar
Pero lo vivo con devoción.
Lo amaso dulcemente en mis manos,
Lo hago ser en la vigilia
De todos y cada uno de mis ocasos!

No me encuentro si al espejo me miro
Pero allí, en esas aceras grises,
En ese asfalto crujiente,
Allí en los muros y frentes,
Allí me busco y me encuentro.
Y me miro con otros ojos,
Me dejo hechizar por lo incierto
Me abrazo a lo fugaz e ignoto
Y entonces ejerzo una comunión
Acaso con todo mi entorno.

Reí. Soñé. Jugué. Amé. Morí.
Tantas cosas, durante tantos años.
Y aquí vuelvo, a un punto intermedio,
A la luz embriagadora
Que me deja exultante y hambrienta
De un solo recuerdo más.
Pagué mis deudas,
Hice revisión del debe y del haber
Y si bien no fui una gran tesorera
Debo reconocer que, pese a todo,
Sigo aquí entera.

Esta es mi vida
Y pienso defenderla,
Estas son mis vísceras
Y aquí se quedan.
Luego de tanto tiempo
Puedo aseverar que al menos
Me corrí de la línea de fuego.
Pocos serán los que tendrán
El poder único de lastimarme.
Si no molesto pido no ser molestada.
Y de la gala  y la fama
Que se encarguen los que saben,
Sólo cuido mi poca reputación.

Las imágenes de antaño
Ya no repercuten en mi sistema nervioso
Aunque nunca se olvidan,
Ellas operan de manera sutil,
Permitiéndome pensar
¡Cómo fui feliz!
Y ante todo no protestaré
Ni el acuse de recibo
Ni la pompa del adiós,
Dejo en manos de incautos
Las promesas de los años venideros.
Ya falté y me faltaron a la palabra,
Sólo intento no fallar más de la cuenta.

Las aspas del molino
Por si solas no se mueven,
Yo seré su viento y su destino,
¡Déjenme ser también flor!
De otros atardeceres
Me llega aquella brisa nocturna,
Oh si la sintieras,
Tan dulce, tan pasiva.
Y canta sobre un abedul
Un pichón condenado a volar.
¡Déjenme ser el viento!

Miro de reojo el movimiento
Y percibo en todos
La magia de mi existir,
Rostros anónimos que se perplejan
Por no mirarme a mí.
Disiento, soy verde ahora.
No me quejo, no me acobardo.
Sólo existo ¿es pecado?


09/05/12.

martes, 8 de mayo de 2012

...Y hay tanto espacio en el espacio...



Nada está sano o limpio,
Amapolas silvestres crecen
Cuajadas del rocío de mis lágrimas
Mientras sueño,
Y que de mi sueño no me despierten!
Es mi derecho ancestral
El de descubrir la brisa matinal
Entre ráfagas oníricas.
 Entre desvelos dulces
Me desnudo mariposa
Y al ocaso salvaje de mis tentaciones
Corro abrumada por mis propios
Sentires de mujer.
Obnubilada caigo al desdén de la gloria
Todo para mí será
Menos mi ignoto secreto.
 Si me detengo tan sólo a sentir
Lo que esta perversa locura
Me ocasionará
Caeré derrotada ante mi propio y nefasto altar

 Tú que te pierdes
En mi universo de cristal,
Tú que deambulas, aun sin saberlo,
Por mi gran voluntad,
Tú, que te realizas, te completas,
En mi aura celestial,
Tú eres único poseedor
De mis febriles ansias.
Y cuando llegue la mañana
Trayendo esporádica calma
Me vendrá a ver en un sigilo
Tu imagen recordada.

 Ningunas manos te extrañan más
Que las que nunca te tocaron,
Ningún alma se deshace más
Que la que nunca probó de ti.
Ninguna distancia es larga
Cuando al saber se le agregó
La tonta e impertinente imaginación.
Aquel derecho heredado
De la más vital de las virtudes.

 Y si me convoco al silencio perpetuo
Deberá entender el mundo
Que mientras callo te nombro
Y en silencios te hablo
En aquel lenguaje único
Que tan sólo tú entenderías.
Y si al denuedo me rindo
Temor de quien anhela una luz
Que más jamás vio,
Me veré horrorizada
Minúscula para siquiera volar.
Porque mi vuelo será único
Mientras que pueda usar
Esta razón triste que alguien me dio.

 Por más que ahora
Decida todo cambiar
Atesoro en mí
Recuerdos de vidas que nunca viví
Y ni en una de ellas tú te presentaste en realidad,
Pero a ti todas te pertenecen
Por ti han sido vividas.
Amor y locura extasiados
Bajo el manto de piedad que otorga
La gran soledad que se vive en el pensamiento,
Libertad de vivir lo que se desea,
Libertad de hacer lo que nadie sospecha,
Libertad de volar y llegar y estar
Con quien se piense.
Son tus voluntades dueñas
De la gravitación infinita
De mi única y terca verdad:
Cuando duermo, duermo a tu lado,
Cuando sueño, sueño contigo.





 (17/10/08). By Gisela©.

sábado, 5 de mayo de 2012

Inventario de una vida (la mía)









“Todos necesitamos algo, pero a nadie le gusta pedirlo;
quizá en tus ojos esté mi redención.”



 La casa silenciosa, con olor a vacío, la música tronando en el mediodía, la televisión siempre en off y un sueño mejor guardado en el refrigerador; los tesoros escondidos, los secretos atrevidos, las primaveras siempre tan deseadas y un nombre resaltado en mayúscula; la plaga de lo contaminado, el libro abierto, dispuesto, los dvd’s olvidados. La comida recalentada esperando en la mesa, el vaso roto, la melodía no recitada.; las casas ajenas, el camino polvoriento, las rutas argentinas y los cerros que dominan. La estufa prendida, la desidia de los mosquitos, la pileta llena y el mar sereno; las camas de hotel, las cosas dispuestas así y de ningún otro modo, las llaves olvidadas, la lluvia cotidiana, las tardes de enero con toda su verosimilitud, los sueños acribillados en alguna parte. La ropa tendida al sol, la moneda codiciada, el trago de madrugada, las miradas que fulminan y el asfalto en verano; las manos reconocidas, aprendidas ya de memoria, las miradas furtivas y las que son bien a los ojos, las miradas que esconden rabia y las que denotan denuedo, el calvario del cansancio y la hamaca ya vacía. El olor de la noche estival, el olor dulce de la misericordia, los olores que nunca se olvidan, el perfume que siempre se lleva; las promesas de la infancia, las locas ganas de volar, la esperanza que no descansa y la lucha que es mucha. La puerta entreabierta, las esquinas del desencanto, las esquinas que aún duelen, las esquinas rotas; los retazos de la ciudad saludadores, las colillas, el cigarrillo compartido y el a medio fumar; el encendedor olvidado, las botellas vacías, el letargo del domingo al mediodía, la languidez de una tarde de verano, los versos austeros, las señales de reojo, el celular apagado y las telarañas invariablemente en su sitio; los silencios abre abismos, la ventana cerrada, el ojo en la mirilla de la cerradura, el baño de los llantos, de los vómitos, de la inmundicia, del sexo barato, de los destrozos. El agua redentora, la sal del océano, la intromisión de la arena, la cucharada de azúcar que siempre ha de faltar; el teclado petulante invitando a pecar, el decoro de la gala y la pompa, la vecina que no deja de chismosear, las cartas del recuerdo, las cenizas de los viejos cuadernos, los ecos guardados en el alma o haciendo nido en los sesos. Los experimentos del salón de clases, la graduación, la euforia de los momentos, la canción en la ducha, el vaivén del viento, las manos unidas, los abrazos santos, a tiempo, o los malignamente falsos, las ganas de complacer sólo por complacer, la solidaridad, la caridad de lo que se da. Las cobijas de la cama en invierno, las camas que no son la propia, la dislexia, los nidos en los árboles,  las aves trinando en el cielo, el gallo anunciando el albor, el albor consumado. El asiento trasero del automóvil, los truenos a la medianoche, los viernes conciliadores, las miradas apretadas; la calle inundada, los ojos anegados, las maldiciones entre dientes, los insultos gritados, las palabras pronunciadas, perdidas para siempre, las palabras cansadas, gastadas, agotadas de tanto ser dichas. El malgaste de las horas, el cambio de almanaque, los días furiosos, los días inauditos; la mesa de un bar abriendo distancias, la exclusividad de algunos nombres, el libro leído a medias, la noche abierta, las estrellas cercanas, los fuegos de artificio, las festividades, los cumpleaños. El volcán interno, las heridas, las fotos que no desdicen a la historia, los libros de historia, la humedad de los cuerpos, el encono por lo siniestro, la droga tan cercana, el vaso a medio llenar. Los silencios heridos, las tersura de la piel, el reto por lo malo, la llamada telefónica en la madrugada, la voz metálica de la operadora del contestador, las quemaduras. Las sábanas ásperas, lo turbio del río, lo imperioso de las súplicas, las plegarias lacónicas, el anverso de la moneda, la música a tropel, la canción que hace llorar y las miles que hacen recordar; la batalla del día a día, las batallas cuerpo a cuerpo, la locuacidad de las noches de copas, el alcohol circulando las venas, el apostrofe nunca dicho, las noches de luna llena, las noches santas, santísimas. Los regueros de lágrimas, el retrete testigo de todo; las pesadillas, el chocolate derretido, los planes abortados, los afanes derrotados. El fracaso acudiendo a la puerta, el brindis que nunca llegó a ser, los mil te quiero y un te odio gravitando en la nada; lo paupérrimo de la existencia, la melancolía, la fe ajada. Las verdades a medias, las mentiras, los muertos en vida, la cama vacía, el llanto en la almohada, el partido en la tevé. El hospital que no descansa mas así tampoco su decrepitud, las dudas, los testigos, el accidente en la calle, el colectivo hacia ninguna parte, la noche en la ruta tan benditamente silenciosa, el oleaje del mar, el colectivo vacío a medianoche, las estaciones de tren, el gato maullando, los ladridos de los perros, la gravedad aterradora. Las manos que cortan el sortilegio, la plaza vacía, las calles atestadas, el retumbe del tambor, el temblor en el labio, la supremacía de los sentimientos y todas las palabras que hacen doler. La radio apagada, la mañana mofándose de la noche que pasa, los sigilos, la añoranza arropada en alguna parte, el catre, el desahogo en las risas, la algarabía de los sábados, el sopor del lunes; la frase que no expira, los paseos porque sí, a desgano tal vez. El río cercano, la palabra escrita, el intento de entender la historia, intento maquiavélico y sin sentido, el develar los enigmas, las preguntas dolorosas, los cuentos de miedo, la ilusión en el hombre. Los viajes astrales, las lunas que me acompañaron, la orgía de mis arterias y tripas, los astros que debieron alinearse para que las cosas sean de esta manera y de ninguna otra, la vigilia por la esperanza rota, las lágrimas que llovieron durante intensas jornadas, la complejidad de cada átomo, de cada molécula. Los días fugitivos yéndose del almanaque, los segundos imperceptibles, las estrellas que me vieron amanecer, los matices del cielo en la aurora, las salidas hacia la nada,  el pulso agitado, lo belicoso de cada alma, el secreto que atesoran secretamente mis cavidades, la muralla protectora, las glorias reservadas en algún baúl itinerante, lo delgado de la cordura, el andar del orbe. Las ventajas, las migas de pan, el té presuntuoso, el abrigo prestado, el frío, la sed, los escondites, las bajas horas, la capilla cerrada, el dios sin credo colgado en la cruz, los lamentos, las cicatrices, el denuedo, el espanto del horror, el propio horror. La militancia del aburrimiento, los cien años de soledad, los bares, los taxis y un apremiante deseo de volver a algún sitio. Los diarios que tantos recuerdos guardan y revelan, la memoria porfiada, la nostalgia, los cientos de miles de números telefónicos anotados de pasada, las cartas, los mails, el monitor de la computadora salvando distancias, un objeto olvidado, los cientos de objetos olvidados, la película de miedo, los señores de azul, la fiesta sorpresa, el hedor, el helado derretido, las caricias a hurtadillas, los besos robados, la implicancia del dinero, los rostros olvidados, la luz condensada con la salvación, las escapatorias, los decires, los eufemismos, los desaires. La amplitud de las manos, los juegos, el tobogán siempre a la espera, los roces a tientas, la oscuridad cómplice, la luna mediadora, el espasmo del éxtasis, la embriaguez, la comida al fuego, la vigencia, el cuento mal contado que acaba con final triste, la perversidad, el morbo, los intentos malogrados. El abatimiento tras cada pérdida, las redes, los carteles, los sueños divinos, el amor como un templo, el sentir sin fe, el cambio de año, los meses doblegados por el paso del mal tiempo, lo cínicamente malogrado, el mecer del viento que seca las lágrimas, el sol después de la tormenta, las risas hasta el dolor, lo que se ofrenda, los regalos materiales, la cerveza caliente, los viajes interminables, estas líneas y las mil palabras que me quedaron por decir...
 La vida en etapas, en un perdurable suceder, cada retazo de mi ser, cada mínimo indicio de mi paso por esta vida, cada recuerdo que me retrata y retrata a la que fui. Ese ser incuestionable que hoy veo pasar por la ventana, y en el medio yo con mi cruz, cruz de quien ha vivido y se arranca hasta los huesos un poco de sí para seguir viviendo, para nunca dejar de vivir, para no claudicar en esta batalla del día a día. Esta soy yo y aquí me revelo, como un libro abierto cuyas hojas no necesitan explicación, así mis entrañas... Aunque en mi cabeza por siempre jamás habitarán cosas irredimibles pese al paso del tiempo que no necesitan explicaciones, porque no las hay, porque allí se quedan, vitoreando en una única sentencia su soberanía y magnitud, sentencia que me reservo. Y al derecho que me convoco lo desdeño del juicio ajeno. Y como el libro del cual se sabe todo, no así de la voz que lo dictó ni de las manos urgentes que lo hicieron tal: aquí mis vísceras, mas no mi sangre...

Mi cuarto tatoo.


Gisela.


(Si omití detalles es porque escribirlo todo me llevaría una vida, la misma que intento retratar. Sólo de vez en cuando...)

03/01/2008 


miércoles, 2 de mayo de 2012

Suavecito


Suavecito
Apenas perceptible,
Despacito,
Poco a poco.
Suavecito
Pese a todo,
De a poquito
Con cada susurro.
Suavecito
Pero no débil,
Pero no profundo.
Leve,
Tiernamente amortiguado.

Suavecito
Hasta donde llegue.
No se pierde,
Qué bien se siente.
Suavecito
Como una brisa,
Apenas audible,
Dulce melodía.
Suavecito…
Suavecito…
Que no lastime,
Que no fulmine.
Despacito
Pero sin miedos,
Se va abriendo
De par en par
El sitio donde se aloja
La miel más fresca
El sopor de la mañana,
El recuerdo inaudito de las arterias,
El amor que depura.

Suavecito
Que el corazón
No se apura.




19/01/10.