sábado, 30 de agosto de 2014

Elegía para mi amor.

Estoy tan cansada, verás,
Que ya no tengo tiempo de pensar.
No pecaré de soberbia
Anticipándome al futuro.
No sé qué hay del otro lado
Allí donde no veo,
No sé, mi Cielo, qué lluvias
Traerán el alivio y limpiarán
Estas heridas desangradas.
Pero sé que llegarán
Y cegarán a su paso
Las tardes en soledad.
Mis libros no anticiparon final
No sé decir nunca más,
Pero no tiembles,
Se saldarán una a una
Las deudas contraídas con el tiempo.
Se paga con honores
Cada desdén, cada caricia impaga.
Y cae la noche
Y se alzan las copas
Y algunos ríen, otros lloran,
Y mientras este siglo es atravesado
Por trenes y barcos,
Navíos conduciéndose hacia algún destino
Ignoto y apático,
Y mientras caen las lágrimas
Y se rearma el mundo,
Y llegan noticias de aquí y de allá,
Otra guerra, mi Amor, otro sueño.
Y un niño abandonado frente al hospital,
Mis manos (y tus manos) envejeciendo deprisa,
El tiempo cayendo de un vaso de cristal
Sobre cuerpos y armas,
Sobre flores y libros.
Y mientras tanto seguirá lo que fue, sin cesar.
Este mundo no es demasiado,
Esos triunfos no serán siempre ajenos,
Pero siempre habrá fracasos
Que se pagarán caros
Y miradas a la luna (siempre llena,
Siempre de noche) que no serán devueltas.
Maldito futuro!
Bendito horizonte frente a mis pies!
Me duele el alma,
Con un dolor agudo y profundo.
Una tristeza simple, agónica,
En primera persona,
Yo triste,
Tú triste.
Miento.
Esta tristeza es sólo mía
Y tan vieja como la humanidad.
Ancestral, arcaica, atemporal,
Digna y ferviente.
No decaigo, quiero decir algo fuerte,
Algo sonado y sentido,
Algo que haga la diferencia,
Que extirpe de una vez y por todas
Tu nombre, tu olor, tu voz.
Una muerte segura,
Un golpe seco y Adiós.
Pero sé bien
Que nada hay, en este momento al menos,
Que pueda decir que borre el tiempo.
Nada que te desfigure de los días,
Mis días, sorda presencia
Con acuse de recibo.
Pero hay cosas felices, mi Amor,
Cosas que extenúan de tanta dicha.
Sé feliz, sé lo más feliz que puedas ser,
Sé todo lo que quieras ser,
Sé con todos y para todos.
Plasmá en mis retinas para siempre,
Tu sonrisa adorada, tu minuto de gloria.
Sé digno ante mis ojos,
Ponte de pie y no digas nada,
Porque no hay más tiempo ahora,
Yo cantaré por vos todas las canciones tristes
Y seré sombría un tiempo,
Luego me haré día,
Te lo juro, mi dulce Cielo,
Yo también voy a ser feliz.
Y entonces,
Si hay suerte, si hay destino,
Si hay tiempo, si no hay olvido:
Me verás sonreír.





11/07/14.


ACLARACIÓN IMPORTANTE:
(Quien quiera oír que oiga)
Este poema, fechado a principios de julio, decidí subirlo porque me parece muy lindo y un desahogo enorme al momento de escribirlo (ya hace más de un mes). Está de más lo que voy a aclarar, pero me es necesario, ya que no me sale un puto poema en que lo pueda decir.Las cosas cambiaron mucho desde entonces, no el mundo, o sea el mundo y la vida sí, pero el cambio fundamental lo hice yo. Ya no hay tristeza en mí, imposible decir que soy absolutamente feliz, porque mentiría. Pero sólo quería aclarar que no hay tristeza y que mi esperanza pasa por otro lado, no sé cuál lado, pero uno aprende a buscar, a encontrar y a transitar distintos caminos, en paralelo o no, pero caminos nuevos, senderos nunca antes reconocidos. Como todo lo nuevo da miedo y uno se siente a la deriva, pero hoy anclo en su solo puerto: el mío propio. El apego murió con todas las cosas malas, dejando un vacío inmenso, pero ¿saben qué? Fue una de mis más importantes batallas ganadas. Y eso no tiene precio. Le abro la puerta a lo que viene, desconociéndolo todo, pero sólo así entiendo a los cambios. Tras cada final hay un millón de comienzos. Viviré un tiempo con pánico a los sentimientos, pero no está mal de vez en cuando resguardarse un poquito. Y lo que tenga que ser será, ya no me corresponde a mí, decir cómo será el futuro ¿Cómo lo quiero? Aún lo estoy pensando...