sábado, 28 de noviembre de 2009

Ven conmigo...






Deja lo nefasto de tu corazón
A un lado,
Deja de mendigar compasión
Y ven conmigo
A perder la razón.
No me niegues
Lo que la turba predica,
No me calles
Si a ti me refiero.
De mí tomaste
Aquella vez
La rauda redención
En aras de un sueño mejor.
Me formaste a tu antojo
No dijiste ¡que injusticia!
A qué venir ahora
A mancillar mi nombre
Con el tributo
Que a tus dioses pagué.
No me mezquines
La savia original,
Ve que me estoy haciendo
Tal como la roca erosiona.
Soy la canción no cantada,
La convicción sin devotos,
Soy la queja de Epícteto,
Lo nunca dicho.
 Toma mis férreas manos,
-tú, su valor no pagaste-,
pero acércate de a poco
a nuestros lugares
y enajénate ante tu obra,
soy el riel
del tren de que descarrila.



sábado, 21 de noviembre de 2009

Hacernos daño.


Me miras y te miro
descubrimos un mundo nuevo a cada mirada,
somos placer andante, somos oscuridad
que alguna vez se convirtió.
 No tenemos motivos para amarnos,
sin embargo nos amamos.
No tenemos motivos para odiarnos,
sin embargo nos odiamos.
Y divisamos un nuevo ocaso
de imágenes que giran en torno a nosotros.
 ¿Quiénes somos en este vano azul?
 ¿Qué pretendemos de este mundo en llamas?
 No tenemos nada
ni siquiera nos tenemos.
Pero cruzamos intemperies de la mano
resurgiendo a cada herida.
 Nos lastimamos por querernos,
nos asustamos de pensarnos,
no somos nadie si no nos tenemos.
 Es una pena que esté escribiendo
estas breves líneas en tu ausencia.







Dibujo de Samuel Thal.


















miércoles, 11 de noviembre de 2009

Hombre. (Homenaje a uno muy grande)


El Hombre que me enamoró.
Profundo en su pensar, nacido bajo el signo de cáncer, alto, buen amante, indiferente a lo mundano, enamorado (¿insensiblemente?) de una hermosa uruguaya.
Hombre en todas sus letras, poseedor de amantes (que lo amaron), perdido por el mundo, buscando acaso el cielo que todos buscamos.
Hombre en todas sus variantes,  amante de los cafés, de los libros, de la metafísica, de los puentes y las rayuelas.
Hombre con olor a tabaco y caña, de manos grandes, camisa sudada. Indiferente a lo que le rodeaba, en su mundo vivía mejor. Hombre como pocos. Tan parecido a mí en tantas cosas…
Hombre honesto hasta la médula, pero temeroso… Hombre con H, con comas y puntos. Deseoso, deseado…
Debió ser poeta… pero terminó entre tortas fritas y mates amargos. Debió volverla a ver, pero terminó en su pago lejos de ella. Extranjero a donde fuera… ese es el hombre que amé.
Pero estoy segura que en algún café lo encontraré, la cara inmersa en un libro, un cigarrillo en la mano, ningún gesto, sabré que es Él.  Lo encontraré en mi propio camino al cielo.
Mientras tanto 1-3-4-5-7, etc.









lunes, 9 de noviembre de 2009

Sin título.


  Te quiero
Como se quiere a ciertas cosas:
Ambigua, silenciosa y susceptiblemente.
De una manera táctil
Y abrumadoramente sutil.
Y mi querer es como un gorrión en pleno vuelo,
Es loco y salvaje,
Sin llamarte la atención., imperceptible;
Que crece de los momentos, floral;
Sin llegar a ser jamás, no nacido
Y abiertamente inexistente.
Pero bravo como el mar,
Incierto como una mínima partícula de polvo.
Y este querer,
Querer y poseer, pero sin tomar,
Mezcla de confusión y algarabías.
Es una orgía estrecha,
Donde se funden músculos sin nombre,
Arterias llenas de vigor
Y anatemas que rugen
En cuyas entrañas anónimas
Alguna vez me perdí.
 Este querer sin fervor,
Pero constantemente a través de los días,
Este querer que se pierde en gallardía
Y en buenos modales que alguna vez olvidé.
Patrón enceguecedor
De muchas pasiones
Pero sin calor
Pero con nostalgias de algún ayer
Que se hizo invierno de repente en mi piel.
 Este querer mío
Que enjaula tristes ansias
Que se consumieron en otro tiempo
En la vigilia de lo que nunca llegó.
Es un sin razón,
Un esporádico juego de tinieblas
En el que dar y recibir
Se pierde para siempre
En tantos milagros deshechos.
 Este querer
Que me lo infundí en le cuerpo
Sin que llegara jamás
A atravesar mi pecho,
Para que no pudiera lastimar al corazón,
Corazón cerrado y espinoso ya.
 Este querer en el que sueño
Porque, quizá,
Logre hacer pie
Y llegue a quererlo
Como querer que es
Y no como oprobio
Que malgasta mis días
Y me aja las horas.
 Y así te quiero,
Llenándome de luz y de vigor,
Pero resplandeciendo
En el abismo mismo
De lo que no puedo tolerar.
 Y así te quiero:
Meditando las soluciones,
Escrudiñando  las salidas
Para no llegar tarde
A encontrarme con aquello que perdí
Pero que aún lo sueño en cada sueño de amor.

















sábado, 7 de noviembre de 2009

¿Quién soy?

Pregunta retórica. Imposible definirme. Estoy llena de contradicciones que no sé resolver. Soy dos en una. Soy la que deambula por la noche como su segundo hogar, vaciando en litros de alcohol lo que poseo dentro. Sí,  la noche es mi ambiente por elección, me siento capaz de todo, sin control ni mesura, allí es donde nadie censura mis actos y dichos.. Soy la peor de todas, y ya muchos lo dirán.
Pero por otro lado, soy la que se emociona leyendo a Benedetti, Cortázar o Bécquer. La que lee a viva voz a Almafuerte. La que discute sobre Hesse, Nietzsche, Camus o Marx. Soy la intelectual, la sensible, la que escribe palabras tristes para vaciar lo que suelen llamar "corazón". Pero también soy, y no me olvido, la déspota, la que cree en el descontrol absoluto y en el sexo barato, la del caos eterno, la de los vicios impostergables, la lunática que jamás regresa.

Nadie ha podido comprender mis dos caras, siempre una es inaceptable u oculta por mí. Vivo dos vidas paralelas y diferentes. Jugando a ser princesa de día y cortesana de noche. Yo y mis contradicciones nuevamente. Aunando en un solo cuerpo el agua y el aceite. La lágrima y la sonrisa, la pereza y la voluntad.

Hay acaso alguien del otro lado que defina mejor esto que soy? No lo sé.
Mientras tanto vivo siendo cara y ceca: las dos caras de una misma moneda que, algún días, alguien decidió arrojar al vacío.



A veces perderse es lo de menos.

lunes, 2 de noviembre de 2009

A Madame Bovary.

Este poema lo escribí luego de leer Madame Bovary, (un libro que recomiendo mucho) al sentirme muy identificada con Ema (el personaje principal) y al sentir hacia ella una especie de compasión. Para todas las Emas, este poema...





Oh pequeña en tu castillo paupérrimo,
triste y lánguida niña,
cómo no entender
tus devaneos
de mujer triste,
pobre de tu alma
en el barro miserable
que, mediocre, intentó forjarte
un destino sin luz.
 De tu vida aburguesada
sólo supiste conquistar
la tibieza de manos templadas
y en el oro refulgente
sólo hallaste aquello
que el dinero ni la fama compra.
 A la pompa del lujo
de tu bello andar de señora
caían derrotados
machos bravos que de ti,
la lumbre, no supieron encontrar.
Ah! princesa de un cuento
mal contado,
la esperanza te abandonó
justo en el último bocado.
Y cual ave que busca
de su prisión librarse
a la eternidad marchaste
crucificada en las garras
del tedio que la vida te propinó.
 En la paz absoluta
de la fría tumba
pudiste hallar aquello
que sólo la madre tierra redentora
a tus galas pudo hacer honor.
Y que no envilezca nadie
tu sacra memoria
ni siquiera aquel bufón
que dijo amarte
mas nunca pudo preservarte.
Él no vio jamás
tus ojos enfermos,
no sospechó
de tu corazón la blasfemia,
él, tu don no pagó,
porque lo que pedías, mi valiente,
se aloja en la página
más llorada de un libro de amor.

Si pudiera yo
reinventarte las alas
y llevarte a volar
por el precipicio de la gracia
para que ambas comprendiéramos
que aquel vacío decadente
que todo lo enturbia,
sólo se aloja en los pechos
que a la gloria de la rutina
se niegan, mas ansían
con la mayor de las fiebres
el tiránico imperio
de la vergüenza desatada
que a la mujer se le niega.
 Oh Reina
de las pasiones pospuestas,
cuánto de mí hay en ti,
cuánto salvajismo para ambas declaro.
Has vivido,
mas no en vano:
todo lo que lloró por ti
al regocijo eterno te lo mando.
Y aquellos que tocaron
con sus garras tu semblante
amarte no pudieron,
porque tú llevas algo más grande,
en tus manos vive el estandarte
de una libertina,
que de la existencia pide
tan sólo una cosa:
vivir sin ser atada al yugo que la condena.
 Fría y etérea
hoy te encuentras,
fría y única
Madame de mis sueños.
Si creyera en el Omnipotente
le rogaría cada noche
que en la victoria infinita
disponga a tu alma preciosa.
Que tal vez sin el peso
del cuerpo manchado
puedas volar y llegar
a donde tu imaginción
tantas veces te ha llevado.
 Pero mira mujercita,
que una cosa sí te declaro,
aquel hombre bárbaro
para cuyo lecho estabas dispuesta,
no existe ni en los cuentos,
no vive más que un instante.
Aquel salvaje vive
en la mente de las que soñamos.
Pero de su dulzura no te prives,
delicia exquisita
puede ser cualquier boca
siempre y cuando
seas por única vez poseedora.

Oh, nútrete de las bestias,
amamanta libros
y siembra lucidez.
Pero ten por seguro
que las cadenas jamás se rompen,
aunque escapes
a su sombra siempre estarás.
Sólo queda niña, para ser feliz,
la impertinente imaginación
y la amable muerte.
Ambas el regocijo te entregan
de ambas nadie te priva.

Hoy te imagino corriendo
por verdes prados,
el sol en primavera,
tu vestido blanco,
yendo a los brazos
de tu amante más querido
amándose por primera vez
para siempre en el tiempo.

domingo, 1 de noviembre de 2009

La ciudad también habla...


Foto tomada por mí.



Colectivo línea 60. Una señora le dice a otra. Yo me quedé pensando.



"Le dije, para qué va a pedir lo que se puede ganar..."