miércoles, 1 de mayo de 2013

"El temor que nos puede vencer sin mirar más allá..."



Me fumé veinte cigarrillos
Por no saber decir “te extraño”.
Me tomé litros de vino
Por no saber decir que quería jugar.
Me tiré al precipicio cientos de veces
Por no saber decir “necesito”.
Por no saber pedir un favor
Me di los cuernos contra la pared.
Por no saber cómo interrumpir una conversación
Me metí en el culo mi opinión.
Y mi especulación siempre fue mayor
A toda la incesante realidad.
Y no poder ni saber decir “Gracias”
Y que no estén las palabras correctas
Cuando necesitaba empezar.
Y no saber usar más pronombres personales
Que el primera persona en singular.
Y sólo tenerle fe al tiempo verbal pasado perfecto.
A mí modo arruiné las palabras
Por no poder enunciarlas,
Y no dije cuánto lo sentía
Ni pude esgrimir un último “Te quiero”.
Y no puteé cuando hizo falta
Ni mandé a nadie al carajo
Cuando mi pecho lo reclamaba.
Y me atoré con todas las cosas
Por decir y a medio decir.
Y la oración quedó inconclusa
Y el pretérito se quedó sin narración oral.
Y estuve horas tendida en la cama
Imaginando esos fonemas nunca pronunciados.
Y nunca tuve el valor
De gritar tu nombre en la calle
Y abrumada de melancolía
Escapé con un adiós,
Y no sé pedir lo que necesito
Si no es por la fuerza bruta
De mi genio mal prendido.
Y aspiro a cosas sin nombre
Y nombro tristezas caducas.
No, no sé hablar,
Tengo que aprender.
No sé decir: por suerte aprendí a escribir.


Título: "Nada es para siempre", Fabiana Cantilo.

"Dios no está en los detalles de hoy..."



Tenebrosos tiempos habito,
Orgías frenéticas de palabras sin ton ni son,
Mentiras habitando los espacios de las ausencias,
Cruces volteadas blasfemando al Homo Sapiens.
Mejor ver a la pared, mejor no ver.
Vacío incontenible en el vacío,
Pestañas postizas de felicidad,
La dicha derramada
Sobre los trastos sin lavar.
Escuché una canción sobre estrellas fugaces
Rompí a llorar mientras volvía a la heladera vacía.
Manicomios atestados en mi hipotálamo,
El cielo está en venta y yo no lo puedo pagar.
Un café para despertar, un Valium para dormir.
Es sólo alcohol, cama y adiós.
Sinfonía de finitud, idiosincrasia de la esclavitud.
Miedo hasta en el inodoro,
Maldito miedo que no deja dormir
A las pobres gentes en paz.
Miedo de decir y de callar.
Yo sé decir en silencios,
Los demás sabrán pronunciar?
Me duele la cabeza, me duele el culo,
Me duele matar el tiempo en vez de vivirlo.

Teorías fascinadoras en torno a la hornalla,
Sigue vivo el viejo ogro
Del tren fantasma.
Por qué habrá tanta estupidez?
El humo me contempla desde el techo,
Vociferan afuera los sueños cansados,
La decrepitud de estar harto
Y no moverse ni un ápice de la condición
Que gravita los cuerpos hacia su caída.
Es la fatalidad que está en el diario,
Es el agua contaminada,
Es la poesía que no alcanza para todos,
Son las pastillas para dormir y el precio del pan,
Es ver pornografía para descartar el sexo,
Es el bolsillo vacío, es la histeria colectiva,
Es la escasez de oxígeno cuando naufrago
En la pelotudés de la inercia,
Son las heridas del pasado y el puto rencor,
Siempre el puto rencor fastidiándolo todo.
Y hay un gato en la ventana,
Sabe que no sabe volar
Pero aun así se arroja,
Confía en caer de pie.




Título: "Flight 956", Indio Solari.