jueves, 26 de junio de 2014

A Ella (catarsis)


Ella carga con mis palabras,
A veces la quiero lastimar,
Lastimar un poco más.
Ella es la culpable
De este sufrimiento infinito,
Este siglo de fracasos,
Esta indómita manera de caer.
 ¿Te ardían las rodillas
Cuando nadie te atajaba
Y entonces caías?
Ahora arde mucho más,
No las rodillas,
Algo más, como el alma, sabes.
Como si existiera y pudiera doler tanto.
 Te repudio infante
En cuatro patas,
Asomada de cuclillas
A la puerta del patio,
Llorando como borrega
De cara a la almohada.
Te repudio por haberme legado
Esta extrañeza, este desuso
De todas las palabras felices.
Nadie te enseñó a hablar,
Nadie puso en tus manos
Algo maleable, digno de ser.
Te mato y te resucito cada día,
No te necesito, me desapego.
 ¿Querías un hombre bueno?       
¿Por qué no lo mataste
Cuando aún podías?
¿Por qué soñaste todas esas cosas
Que jamás lograrías?
¿Por qué no te moriste cuando aún había tiempo?
Siempre supiste
Este triste desenlace
Y no hiciste nada.
Jugabas a la mamá
Como si alguna vez lo fueras a ser.
¿Por qué no extirpaste tu útero
Antes de jugara besar?
¿Por qué no quisiste salir
A jugar, quién te detuvo?
 Te repudio por haberme confinado
A ser una eterna testigo
De todo lo que me hace bien.
Te repudio niña de trenzas
Por haber aprendido a reír.
Te repudio por haberme herido
Con el mayor castigo:
El de ser tú misma.
 Te deseo, fervorosamente,
La peor de las condenas: el olvido.
No quiero tu historia ni tus miedos.
No quiero tus dulces,
Nadie cuidó de ti y lo sé.
Pero ya es tarde, mi niña,
Ya es tarde…
Estamos en el Infierno
Ya lo perdimos todo.
Y qué más da,
Si así como no te amaron a ti
Tampoco me amarán a mí.
Nos deseo un final lejos,
En tierra de nadie,
A ojos cerrados,
Sin mieles ni sonidos.
Muerte abstracta
Para quiénes nada merecen.



s/f.