domingo, 19 de diciembre de 2010

Decir

 No lo puedo decir,
Escribo, escribo que los odio,
Escribo que me duelen,
Escribo sin parar.
Me mato con una palabra,
Escribo por no matar,
Escribo que quiero luchar,
No puedo balbucear siquiera
Cuánto daño me hace.
 No lo puedo cantar,
Escribo que quiero callar,
No lo puedo pronunciar,
Escribo que quiero estallar.
Ya gasté mucho a las palabras,
Ya no me pertenecen,
Son del mundo
Ya no las tengo.
 No lo puedo gritar,
Escribo, escribo que quiero ganar,
Que no lo puedo superar.
Algo arde en mi interior
Todavía no lo puedo descifrar.
Me urge gritar,
Me lo pide a gritos mi verdad.
 Escribo, escribo que ya no puedo más,
Que me mata la desolación,
Que augura más tempestades.
Escribo que ya no quiero,
Escribo con el puño duro de la venganza,
Con la mano infecta de cólera.
 Escribo, sólo escribo.



Decir no es lo mismo que hablar. Y me falta mucho que decir. Creo en el valor de la palabra dicha, considero a las palabras sanadoras. Como si al decir se vaciara mi interior de toda la mierda que metí adentro y fue fermentando a lo largo de los años. Sí, me cuesta mucho decir, callo y es lo peor que puedo hacer.
Lo peor del asunto es que o se dice lo que se tiene que decir o se puede terminar con un cáncer fulminante antes de los 50 años. Cáncer generalmente desarrollado en el aparato digestivo. Juro que los he visto, muriendo por no decir. Los he visto explotando por dentro por no saber explotar para afuera.
Callé muchas cosas a lo largo de mi vida, cosas que de alguna manera hablan de un acto de violencia no dicho, pero ejercido en acaso, todas sus variantes. Sé que no es sano, que es más bien autodestructivo. Sé…

Digan lo que digan
Este mundo no se detiene,
Esta suerte es la de todos,
Mi suerte amarga la hiel.
Estos años no se reclaman,
Estos sueños serán los de entonces.
No se le reclama a un muerto,
No se vuelve sobre lo perdido.
 No hay eternidad al fin,
Y digan lo que digan
Me voy de aquí sin voltear,
No me hacen eco los mil silencios
Ni las palabras vanidosas
-ya no las quiero gastar-
Que tan celosamente se arrojaron a la nada
De oídos moribundos.
 No voy a atarme a ideas vagas,
A este consuelo yo ya jugué.
No seguiré corriendo
Sin saber a dónde ir.
Digan lo que digan
Esta alma no se estropea
Y los años venideros serán
Elixir que subsane las heridas.
No protestaré cicatrices,
Mas desarman las balas,
Estas balas en mi carne se oxidaron,
De antaño su pólvora.
Pero el diamante en el fango
Sigue siendo diamante.
Mi cuna está lejos,
Mi lecho lo está aún más.
Y digan lo que digan
A algún lado retornaré
Aunque no hayan caminos trazados.
 Nadie puso el caño en mi sien,
Todo lo hecho ha sido queriendo,
No hablaré de eso
Que calle el cemento.
Mis pasos cruzaron los mares,
Bendito andar tuvieron,
De la sal me contagié
Y ahora haré de eso testimonio.
Digan lo que digan
Aún estoy entera,
Nada doblegó mi razón.
 Hay un grito infecto
Sucumbiendo la precaria tranquilidad,
No me molesta su arrogancia,
No me enerva su pasividad.
Lo diluyo en sangre fecunda
Que don del cielo para mí es.
Y digan lo que digan
La historia no vuelve
Y nadie de ella se hace cargo.
No seré la víctima de ningún mortal
Y mucho menos de ese alarido
Que cruje en el firmamento.
Cállalo, no incites a la ferocidad del manso.
Grítalo, déjalo fluir para poder vivir.

05/12/06.


martes, 14 de diciembre de 2010

La pasión de ser.


Necesito hacer andar a mis huellas
Hacia ese bosque tan ansiado,
No sé aún si mi entrada
Será fastuosa, con pompa y lujo,
O si por el contrario
Será tormentosa y ajada.
Pero debo ir en busca
De aquella tierra que prometieron los años,
De aquellos vendavales
Que despeinan al alma y a la pasión.
 No hay razón que pueda
Ni ilógico avatar
Con los designios promiscuos
Que han de preparar las eras
Para uno mismo y su función.
 Si viviré que no sea en vano,
Si lucharé que sea
Por lo que en mi pecho arde
Con estridente fragor.
 No habrá óbice
Ni luz negra que me abata;
Si es la caída
Que sea en mi ciencia,
Si es el lodo
Que sea en mi contienda.
No claudicaré bajo ningún aullido,
Mi músculo magno
Ofrecerá sacrificios
Pero sólo lo hará
En aras de mi más afanoso anhelo.
Y no habrá fuerza capaz de destruir
De mí, la ignota esencia
Que escapa al detalle
De cualquier otro mortal. 





(Una viejita siempre vigente)