jueves, 24 de septiembre de 2009

Soy igual a ti.



Soy igual a ti
Que podría reprocharte,
Soy del mismo lodo moldeada
Con las mismas hediondas garras
Que a ti dieron vida.
Soy igual a ti
Sólo que tú tienes el valor
Y yo tengo la moral aplastada
En las soberanas manos
De la negligencia.
Soy igual a ti
Profiriendo las mismas palabras,
Soy de tu misma materia,
Errante, despojada de un tributo
Que otros tendrán
Mas yo no lo siento.
Soy igual a ti
Y no me arrodillo
No me desamparo, no me despojo
Y no me tiembla la voz al decirlo.
¿Qué habría yo de decirte ahora?
No te disculparé las manchas
Y a mí que me perdone
La ignota ciencia
Que al hombre pecador devora.
Soy igual a ti
Y ahora lo sé,
Ahora por fin lo veo,
Me vi frente al espejo de la saciedad
Y sólo vi la sombra de alguien que huyó
Menospreciado ya de no sentir nada.
Soy igual a ti
Y no lo repudio
Y lo canto en estas líneas
Conmemorando el instante exacto
En que, salvaje, me pierdo
En mis carencias de mujer.
Soy igual a ti, ser alto y supremo,
Soy igual a ti
En la cuenta de los días
Y si hubiera un dios
Al mismo erebo nos mandaría
Apostrofados ya
Con la palabra grave
Que Ellos, los otros,
Jamás nos dijeron.
Soy igual a ti
Y ya no lo lamento
Que lo lamente el cemento
Aquel que todo lo calla
Y que en sus entrañas secas
Guarda de mis pasos
Las glorias y lo funesto.
Soy igual a ti
Y aquí me revelo,
Cual juego maquiavélico
Que rodando encontró
Su mano hacedora.
Y de lo que quede
Para mí sólo guardo las sobras.
Y ante el sacro tribunal del error
No clamaré piedad
Y no gritaré que deshonor!
Soy igual a ti
Pero tú tienes al valor
Y yo sólo tengo el dolor.

                         
                                     Gi.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Manos.







De qué sirven las miradas, los gestos o incluso los hechos cuando faltan las palabras, aquellas que se dicen abiertamente o se hacen notar tangiblemente? Me reafirman que algo hay y existe, que por el sólo hecho de pronunciar algo, esto se vuelve realidad. Mis ojos podrán captar las sonrisas o las lágrimas, podrán descifrar el pudor en una mirada, o la violencia contenida en los labios. Mis manos podrán palpar la piel erizada, lo áspero de lo que no desea ser tocado, la tersura de lo nuevo. Mi lengua podrá sentir lo amargo de aquello que no se debió probar o lo dulce y sabroso de lo que no se quiere dejar. Mi nariz podrá oler la carne cerca o la inmundicia de lo que se quiere acercar con malos fines, podrá reconocer un aroma entre miles y disfrutar a la rosa como a la tierra mojada. Mis oídos podrán escuchar pasos, risas, multitudes, la voz infinita que nunca se pierde, el son que recuerda a los años dorados, aquellos que partieron para no volver, el son que invita al cuerpo a jugar y danzar. Pero mi piel también escucha, huele, siente, oye, ve, descubre… Las palabras que no se dicen, sino que se ejecutan. Se hacen carne y a la carne suben, como una musiquita que empapa de sudor frío, como un sabor a sal, mezcla de lágrima y animal, como un aroma cálido, imposible de descifrar al primer intento. Como un juego simétrico entre los cinco sentidos, suben las palabras por la piel, es escriben con las manos, hechas arte, se dicen con el aliento, se subrayan con la memoria, se pierden con el entendimiento. Palabras que rozan lo inmune al afuera, que tocan la melodía de lo nunca antes dicho, que contienen en sus trazos y líneas el peso ancestral de la devoción. Palabras, el juego favorito de los poetas, el juego que juegan los que se atreven a ir un poco más allá de lo que, a veces, permite la cordura. Y se pierden así, en un amalgama de arterias inundadas de sangre a punto de estallar, y se juegan en esa partida todas las partidas.
Deja que el humo suba a los sauces, que los que callan se hagan a un lado, que los invisibles se queden en su sitio, que lo que entorpece se pierda en la subjetividad misma de la moral, que el invierno se detenga y la nieve ya no caiga, que sea así primavera, y que baile, desnuda, sola y en mitad de la calle, la locura extasiada. Dale de beber a la fiera que clama de sed, alimenta a la alimaña que te reclama vencedor y di en palabras, palabras tatuadas, lo que al mundo callas y a la conciencia mandas a retirar. Que la flor y la tristeza seguirán siempre en su lugar, que el mundo nada perderá. Sólo ganarás lo que te atrevas a apostar. 
                                                              
                                                                    Gi.












lunes, 21 de septiembre de 2009

Soy.









Soy día claro y nubarrón en tinieblas,

Soy tea divina, encendidamente pura,

Que alumbra las rutas

Que al infinito conducen.

Soy roca prostituida

Por la mar inclemente,

Soy de la extirpe

De los condenados a cien años de soledad,

Soy la boca del ogro

Y la tempestad de sirenas.

Soy el sonido

De una voz perpetua

Que aclama dichas

Que jamás persiguió.

Soy el crimen perfecto

Que quisieron asesinos y reyes presumibles,

Tan benditamente agraciado,

Tan malditamente consumido.

Soy la torre que domina

Campanarios y plazas,

Llanos y praderas, cipreses y molinos.

Soy desenfreno a la cordura,

Devota de la razón

Y misterio ambarino

Que habita en suburbios paralelos.

Soy estólido dolor

-Mediocridad por no perder temores-,

Soy ignota ciencia

Que profesa el mal

A la vez que busca el bien.

Soy no creyente

De las materias humanas,

Atea declarada

Que pecaminosamente se arroja a su dios,

Compareciendo cual lacra

Bajo el peso insidioso

De los años gatillados.

Soy promesa de un viejo estío,

Voluta de aire sumergida en sopor,

Clamor de la esperanza

Y tristeza de fiebres.

Soy la inmensa duda,

La astral sospecha,

Soy el labio tembloroso,

Mi peor afrenta,

Soy erudita en libros

E ignorante en amapolas.

Soy color rojo y púrpura,

Valiente en la batalla

Y cobarde en la meta.

Soy la princesa que no quiere ser rescatada.

Soy Dafne huyendo de Apolo,

Soy aquella hoja de laurel que, triste, mece el viento.


                                                                  Gi.



sábado, 19 de septiembre de 2009

Poema.





No puedes hablar porque aún no te he puesto voz,

Porque incluso teniendo luz

No sé si es cierto que existes.

No sé si los gestos que veo en ti

Son reales o se han escapado de mi ilusión.

La realidad es que, presuroso o no,

El calvario de los recuerdos hoy vuelve para mí

Y recita en versos austeros la infamia del ayer.

Lo aprendido se hace eco

En lo que creí que nunca iba a volver a usar.

La cabeza me da vueltas

Y me dan nauseas todas las cosas que callo.

Ya llegará abril con sus días

Y todo será sueño o mentira.

Pero mientras tanto te voy inventando

A medida que amanece el día,

Mientras tanto te voy dando forma

Te hago suave y alegre

Indolente y ajeno,

Ido de toda la confusión del mundo,

Irreal al fin y al cabo.

No tienen poesía tus palabras,

No tienen calor tus manos,

No hay melodía alguna en los sonidos pobres

Que emana tu boca, no hay nada allí.

No existen hemisferios

Para nombrar dónde te encuentras

Y aunque se haga todo real y mundano

Sé que es mentira tu existencia.

Lo niegan las maledicencias,

Lo niegan mis manos heladas

Lo niegan todas las palabras de amor,

Lo niegan, aun, los que existen.

No quedará de ti en mi vida

Ni un rastro sombrío ni una palabra amena,

De ti todo será olvido, frío y desierto.

No sé a quién profesas tu fe,

Si al demonio, a dios o a algún mortal,

No sé a qué saben tus opiniones y decires,

No sé cuánto vale el último de tus dichos.

No sé de dónde has sacado tan perfectos modos,

Tampoco sé –ni quiero saber- a dónde buscas consuelo

En las noches de frío,

Cuando todo cae y calla,

Cuando llueve en domingo.

No inventaré más motivos, no diré el nombre

Con el que pensé nombrarte,

Tal vez algún día en tu memoria

Me acordaré de algún personaje de ficción

Con las indecentes letras que otros han dicho para ti.

No hay principio ni fin,

No hay testimonio ni palabra que haga de este acto

Una sola verdad,

No hay otros que miren

Mis manos turbulentas tocando el teclado,

Maniobrando entre palabras inexistentes

La ligereza de lo que aun sin saber quiero olvidar.

No eres nadie,

Deberías saberlo, alguien debería habértelo dicho.

Dejaré a los fantasmas en la memoria,

No puedo volver a creer en un día azul,

Las promesas de otros años (de otros ojos también)

Me han embargado ya

Lo poco de cordura con que vine a este mundo.

Para mí el camino que transito lentamente

A la sombra de un viejo árbol,

Para ti todo lo indecente y bajo, y cruel y triste

De lo que nunca existió.

Este corazón te hubiera querido

Si tan sólo hubieras sido real.

lunes, 7 de septiembre de 2009

No soy una princesa.


No soy una princesa y no quiero que me traten como tal. Motivos? Acá están:
  • No me quiero casar.
  • No quiero hijos.
  • No creo en los hombres.
  • No me gustan las perdices para ningún final de cuento.
  • No me gustan las películas de amor.
  • No me gusta "hacer el amor", porque el amor se siente, no se hace. Prefiero coger, garchar o como gusten llamar al acto... Y que sea sin Luis Miguel de fondo please!!
  • No me gusta cocinar tortas ni cocinar nada de hecho.
  • Soy egoísta y orgullosa. "Perdón" no existe en mi vocabulario y nunca existió. Y entre lastimar y lastimarme siempre voy a elegir el primero.
  • No quiero ser la madre de nadie, o sea, no lavo ni plancho ni cocino. Sólo lo hago por y para mí.
  • Odio decir "nosotros". Vos y yo queda mucho mejor.
  • No me gusta Neruda; Sólo me gustan sus poemas de protesta.
  • Ama de casa no es un oficio ni una ocupación, no es más una circunstancia.
  • No hablo como "señorita", de hecho mi boca se parece más a la de un camionero.
  • Prefiero ver fútbol que Utilísima.
  • Tomo alcohol y fumo como una marrana.
Por tales motivos NO SOY UNA PRINCESA.
Por ende, NO ME GUSTAN LOS PRÍNCIPES.
-y menos si son azules.-

Me gustan los Hombres -entiéndase que Hombre no es lo mismo que "de sexo masculino".-
  • Me gustan que me haga reír,
  • que sea inteligente y culto,
  • que sea educado pero con criterio,
  • que le gusten los puentes,
  • que respete mi intimidad,
  • que sea espontáneo y observador,
  • que se cuide, pero no más que yo,
  • que tenga el progreso personal como prioridad,
  • que le gusten los animales (pero que no sea uno),
  • que le encante viajar,
  • que no le guste quejarse,
  • etc., etc., etc., etc.
No soy una princesa.
Porque me di cuenta que son maravillosas las ventanas abiertas que dejen entrar a la luz del sol Pero más maravilloso es poder cerrarlas cuando yo quiera. Porque me gusta también la soledad y la oscuridad.
Porque comparto mi INDIVIDUALIDAD, pero no la doy, no la cedo, no la presto, no la vendo. Porque es mía y así va a ser siempre.

Y mi cama también es mía. Y mi cuerpo, mis sentimientos y mi vida.
Los presto, pero pedímelo, dame tiempo para que decida si acepto o no, luego devolvémelo y agradecéme. Pero sabé que siguen siendo de mi propiedad. Por ende yo elijo.

No quiero palacios ni hadas madrinas, tampoco caballos blancos ni enanos ni reinos lejanos. Sólo quiero ser feliz a mi manera, que tal vez no sea la mejor, pero para mí es la más eficaz.

Y quiero decir que no lo lamento, que no me arrepiento de nada, porque cada día de mi vida YO LO CONSTRUÍ.

De repente una remera y unas monedas actúan a modo de la famosa magdalena de Proust. Entonces me doy cuenta de lo que quiero. No quiero contar más cuentos, ahora quiero vivirlos. Pero no de princesas, sino de hombres y mujeres. Elijo ser yo la protagonista de mi vida. Elijo yo, así como en mis textos, dónde poner el punto y la coma. Y ahora entiendo porqué me gusta escribir poesía. Es el género más libre, en el cual nadie puede decir que está mal. Y es el más subjetivo. Así como yo: subjetiva, llena de antítesis, metáforas, imágenes sensoriales, metonimias, paralelismos, hipérboles y demás cosas. Yo elijo mi métrica, yo elijo cuando termino.

Por eso
No soy una princesa,
no pretendo serlo
y por suerte nunca lo fui.

Poeta, soñadora, mujer, puta, loca, histérica, hiper sensible, contradictoria, amiga, hija, llorona, aventurera, impulsiva, alcohólica, fumadora, irreverente, gris y azul...
Eso sí soy yo.
Pero ¿princesa?
NO.

domingo, 6 de septiembre de 2009

ANTONIO GALA- "LAS AFUERAS DE DIOS"




"Convertirse en un ser humano no es algo que se consiga de pronto, ni sin voluntad, ni sin esfuerzo.Es el resultado de un trabajo larguísimo. Muy pocos lo concluyen.

A menudo verás junto a ti gentes que creerán ser felices, que incluso lo serán a su manera, o quizá a una manera que les será impuesta. Si tú también te sientes feliz y nada te preguntas, no leas los papeles que acompañan a esta carta: no eres tú su destinatario. Pero si te desgarra el aullido de un mundo en el atardecer, de un mundo ajeno al sol que existió un día, que tiene frío y que no entiende, o peor, que sospecha que nada hay que entender; el aullido de un mundo que sufre sin que nadie vele su sufrimiento, sin que nadie lo torture tampoco, sin que nadie lo observe con una sonrisa de complacencia o de malignidad; el aullido de un mundo en el que todo cuanto sucede no es siquiera una broma gratuita porque no hay quien le gaste esa broma, porque sencillamente nada tiene el menor significado, entonces sí, entonces dentro de ti ha brotado la semilla del hombre, porque lo humano es la duda y la búsqueda. Lo humano es no ver la cara de ningún dios y, pese a ello, anhelar la serenidad para actuar serenamente; no buscar cubrirse las espaldas con una vida póstuma y, a pesar de eso, vivir valeroso ésta. Tal desolación es el reino del hombre, hijo mío, que se halla, como todos los reinos, al borde de un derrumbamiento.

Tendrás muchas alegrías y penas, y buscarás respuestas insondables que no te serán dadas, aunque en cada rincón del extenso mundo un presente de belleza exhibirá, con pudor, el secreto de la vida. Son tales presentes los que te darán sus pequeñas respuestas. Si no las desperdicias, un día te inundará la más grande, cuando seas sincero contigo y sencillo con todos. Aun así, te hallarás solo en medio de la multitud, estrepitosa, y solo contarás con tu amigo interior, que eres tú mismo, más allá de veleidades y emociones, más allá de la vida y de la muerte, fluyendo con ellas y entre ellas hacia algo que hemos dado en llamar Dios.

Si desde tu soledad entregas lo mejor de ti, no estarás realmente solo, porque serás un reflejo de lo verdadero, de lo bello y de lo bueno que alumbra lo más recóndito de cualquier existencia. La compañía se produce cuando el espíritu asoma a unos ojos y ve a su alrededor hermanos; no cuando se encarcela, o se fanatiza, o se animaliza abandonando el contacto con la vida que le fue asignada. Ama, por tanto, la compañía, porque te multiplica, y ama la soledad porque te engrandece. Avanzarás entre las dos para encontrarte contigo y con los otros. Pero no ames la compañía de manera que te aleje de ti, ni ames la soledad de manera que te aleje del mundo, de este mundo tuyo que te correspondió, para refugiarte en otros pasados o futuros. Y ten la seguridad de que la muerte no es liberadora ni condenadora: es sólo la consecuencia de tu vida.

Ojalá seas un hombre imposible de reducir a fórmulas ni a números, exento de las estadísticas. El hombre que padece el hervor de las rosas y la armonía de los astros y la insatisfacción de las interrogaciones y la curiosidad sin fin. El que confunde su pasión con la del verano y su voz con la del mar. Un hombre que sea libre sin ser rico; fuerte, sin usar uniformes; heroico, sin tener que morir; justo, sin necesidad de creer en la perdurabilidad; solidario, sin estar vigilado; superior, sin ser cruel. Acaso algún día me lo oíste decir: ignoro si el mono, perfeccionándose meticulosamente, llegó a hombre; pero creo que el hombre, si se perfecciona, llega a Dios. La divinidad no está en la omnipotencia, ni en la eternidad, ni en la inmutabilidad: ser Dios quizá consista en ser hombre hasta las últimas consecuencias: la creación no está acabada.

Recuerda siempre que, si a un hombre pueden considerarlo un deshecho los otros, la humanidad entera es un estercolero. La falta de responsabilidad individual es atractiva: se descansa en ella; pero es una derrota que debes rechazar. Ninguna obediencia puede ser absoluta: ni a una religión, ni a un poder, ni a un amor. Ser hombre es no arrodillarse nunca ante otros hombres, y en cierto modo transgredir o poder transgredir. Si los hombres fuesen verdaderos, no habría guerras. Acaso la convivencia, al ser diferentes se hiciese más difícil; pero las guerras se harían imposibles. Acaso los avances tecnológicos serían más lentos: pero progresaría a su nivel el hombre, no como hoy, y desaparecería el riesgo de la barbarie al triunfar la unidad de la vida. El individuo es quien sufre, quien se impacienta, quien fracasa; la especie es la que espera. Quizá el individualismo sea un pecado contra la naturaleza, pero el hombre es la naturaleza y un poco más. Un náufrago ahogándose en el mar es más grande que el mar, porque el náufrago sabe que se muere y el mar no sabe que lo mata. Ahí está la tragedia del hombre y su magnificencia: ser esperanzada y desesperadamente él mismo, contra los otros a menudo, pero también en beneficio de ellos".




sábado, 5 de septiembre de 2009

Frases de películas que no puedo dejar de recordar.

Casablanca.

Ilsa: Dices eso para que me vaya.

Rick: Lo digo porque es cierto y es cierto también que perteneces a Víctor. Eres parte de su obra, eres su vida. Si ese avión despega y no estás con él, lo lamentarás.

Ilsa: No.

Rick: Tal vez no ahora, tal vez ni hoy ni mañana, pero más tarde, toda la vida.

Ilsa: ¿Nuestro amor no importa?

Rick: Siempre nos quedará París. No lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que viniste a Casablanca, pero lo recuperamos anoche.


Amelie.


- ¡No, idiota! Eeerhm... está enamorada...
- Pero, si no la conozco
- ¡Claro que la conoces!
- ¿Desde cuando? Desde siempre, en tus sueños.


No son buenos tiempos para los soñadores.


La vida no es más que un interminable ensayo de una obra que jamás se estrenará.



Cadena de favores.


Creo que a algunos les da miedo... pensar que las cosas pueden ser distintas.
El mundo no es exactamente... una mierda.
Alguna gente está acostumbrada a las cosas como están... y aunque estén mal, no pueden cambiar.
Y digamos que se rinden...
Y cuando se rinden, todo el mundo pierde algo.



Como agua para chocolate.


Todos nacemos con una caja de fósforos adentro, pero que no podemos encenderlos solos... necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos. Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa. Una tibieza placentera crece dentro de nosotros, desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que llega una nueva explosión a revivirla. Cada persona tiene que descubrir qué disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno solo de los fósforos se encenderá nunca.



Kamchatka


Estuvimos horas asi. Kamchatka contra el resto del mundo... Y no pude ganarle.



La vida secreta de las palabras.


-Porque si decidiéramos irnos a algún lugar juntos me da miedo que un día… hoy no quizás… quizás… quizás mañana tampoco… pero un día de repente puede que empiece a llorar y llorar y llore tanto que nada ni nadie pueda pararme y que las lagrimas llenen la habitación y que me falte el aire y que te arrastre conmigo y que nos ahoguemos los dos.
-Aprenderé a nadar Hannah.



Blow.


En fin, pensándolo bien ¿ha valido la pena? Dios Santo, como ha cambiado irremediablemente mi vida, siempre es el último día de verano y me he quedado fuera en el frío sin una puerta para volver a entrar. He tenido más momentos intensos de los que por derecho me corresponderían, para muchos la vida les pasa de largo mientras hacen grandes planes para ella, a lo largo de mi vida he dejado pedazos de mi corazón aquí y allí y ahora apenas me queda el suficiente para seguir viviendo, pero fuerzo una sonrisa sabiendo que mi ambición sobrepasó a mi talento.
Ya no hay caballos blancos, ni mujeres guapas en mi puerta.



Todo sobre mi madre.


"Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma".



Belleza americana.


Sé que podría estar bastante enfadado por lo que me paso, pero es difícil estar enfadado cuando hay tanta belleza en el mundo. A veces siento como si la viera toda a la vez y es demasiado. Mi corazón se llena como un globo que está a punto de estallar... y entonces recuerdo que tengo que relajarme y no intentar aferrarme a ella, y entonces fluye a través de mí como la lluvia y no puedo dejar de sentir gratitud por cada simple momento de mi estúpida y pequeña vida... No tienes idea de lo que estoy hablando, pero no te preocupes, algún día lo sabrás.



jueves, 3 de septiembre de 2009

(25/08/09)

Estaban en al balcón aspirándose el último aliento de la tarde, era primavera y el clima era húmedo. De fondo un viejo ocaso y el murmullo de la ciudad en la vuelta a casa. El balcón era pequeño y angosto, las rejas se encontraban algo frías; el aire en sí se sentía raro, espeso y difícil de respirar.

Ella miraba un punto fijo y lejano, tenía la mirada perdida y los ojos bien abiertos, pero miraba sin ver. Él la observaba atentamente, la recorría con la mirada como descubriéndola palmo a palmo. Jamás la había visto tan bella. Jamás le costó tanto estar a su lado. El silencio entre ambos ya era irreversible, llevaban tiempo callados, como si las palabras no pudieran entrar en esa nube densa en la que se encontraban sumidos. Pero él quería decir algo y no podía. Como si hubiera perdido la capacidad de hablar. Hubiera querida tocarla también, sentir esa piel rociada de sudor. Esa piel que tantas veces antes le perteneció. Sin embargo cualquier movimiento, cualquier palabra se le hacían nefastos e imposibles de llevar a cabo.

-Quiero volar- dijo ella rompiendo aquel silencio. Y cerró sus ojos. Él no se atrevió a mirarla, su rostro se había poblado de gaviotas. Ya no era ella.

Y él en el más absoluto silencio, como quien abandona la escena del crimen, se marchó. Se marchó dejando la puerta con las llaves puestas del lado de adentro. Al salir del edificio un escalofrío le recorrió el cuerpo, nunca había visto un rostro tan triste.