lunes, 26 de julio de 2010

Uno más...


Maldito el día
En que divisé aquella luz,
Maldito su fulgor,
Malditas las sombras
Que en la oscuridad señaló.
Maldito el día
En que creí que con tal luz
Podría iluminar todas las noches,
Que si no hubiera noches
Sería todo cielo claro.
Maldita la noche
Que al alba no llega
Y me deja a solas con la intemperie
Y con la humillación
La humillación de ser bestia
Teniendo seso humano.
Malditas las palabras
Que delibero y escribo,
Todas ellas con mi conciencia
Allá en el regazo de la altura.
Y aunque no me pertenezcan
Para mí siempre se quedan.
Malditos los que hacen el negro,
Los que destruyen grises y blancos
Y el clarear del día niegan
Con la misma tozudez
Con que yo niego imperio el los cielos.
Malditas las manos que esculpen
Ciencias apócrifas y espectaculares
Y en ella trabajan y ocultan
La magna claridad
Que al hombre niega.
Maldito el verdor del milagro
Que a la ciencia empírica
Apostrofa y seduce
Con su tintineante lengua
Que al oído susurra
Sólo calamidades y mentiras.
Maldito aquel que niega
La humanidad en los pechos,
Pechos yertos sin ella,
Pechos inmunes al poder
De la invención y la creación.
Maldito el sueño del no libre
Que en él se libera
Mas amanece en manos dominantes
Y contra ellas no revela.
Cuando el cauce del río,
El aire y el fruto
Hasta al animal más andrajoso pertenecen.
Maldito el que no atina a sellar
Su destino de sapiencia
Y a la colonia universal
Se arroja obrero
Y de sus entrañas nunca resuelve
El meollo de la duda,
Del expirar y del cantar.
Malditos los que alaban
Gracias desgraciadas
Que sólo hieren
Al orgullo humano
Aquel que sólo a él se le ha dado:
El saber.

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