sábado, 10 de julio de 2010

Figurita repetida...

Esto es algo que ya postié, pero como me gustó mucho (y no pierde vigencia) lo vuelvo a postear... Total... el público se renueva!
De qué sirven las miradas, los gestos o incluso los hechos cuando faltan las palabras, aquellas que se dicen abiertamente o se hacen notar tangiblemente? Me reafirman que algo hay y existe, que por el sólo hecho de pronunciar algo, esto se vuelve realidad. Mis ojos podrán captar las sonrisas o las lágrimas, podrán descifrar el pudor en una mirada, o la violencia contenida en los labios. Mis manos podrán palpar la piel erizada, lo áspero de lo que no desea ser tocado, la tersura de lo nuevo. Mi lengua podrá sentir lo amargo de aquello que no se debió probar o lo dulce y sabroso de lo que no se quiere dejar. Mi nariz podrá oler la carne cerca o la inmundicia de lo que se quiere acercar con malos fines, podrá reconocer un aroma entre miles y disfrutar a la rosa como a la tierra mojada. Mis oídos podrán escuchar pasos, risas, multitudes, la voz infinita que nunca se pierde, el son que recuerda a los años dorados, aquellos que partieron para no volver, el son que invita al cuerpo a jugar y danzar. Pero mi piel también escucha, huele, siente, oye, ve, descubre… Las palabras que no se dicen, sino que se ejecutan. Se hacen carne y a la carne suben, como una musiquita que empapa de sudor frío, como un sabor a sal, mezcla de lágrima y animal, como un aroma cálido, imposible de descifrar al primer intento. Como un juego simétrico entre los cinco sentidos, suben las palabras por la piel, es escriben con las manos, hechas arte, se dicen con el aliento, se subrayan con la memoria, se pierden con el entendimiento. Palabras que rozan lo inmune al afuera, que tocan la melodía de lo nunca antes dicho, que contienen en sus trazos y líneas el peso ancestral de la devoción. Palabras, el juego favorito de los poetas, el juego que juegan los que se atreven a ir un poco más allá de lo que, a veces, permite la cordura. Y se pierden así, en un amalgama de arterias inundadas de sangre a punto de estallar, y se juegan en esa partida todas las partidas.
Deja que el humo suba a los sauces, que los que callan se hagan a un lado, que los invisibles se queden en su sitio, que lo que entorpece se pierda en la subjetividad misma de la moral, que el invierno se detenga y la nieve ya no caiga, que sea así primavera, y que baile, desnuda, sola y en mitad de la calle, la locura extasiada. Dale de beber a la fiera que clama de sed, alimenta a la alimaña que te reclama vencedor y di en palabras, palabras tatuadas, lo que al mundo callas y a la conciencia mandas a retirar. Que la flor y la tristeza seguirán siempre en su lugar, que el mundo nada perderá. Sólo ganarás lo que te atrevas a apostar.

Gi.

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