jueves, 29 de julio de 2010

Poema, sin título....


Con tus años yo viví
Rudas montañas, mares, ríos…
Grité de alegría y de hambre,
Lloré ante el muro encendido,
Vi volar a las mariposas y a las estrellas,
Soñé primaveras, escalé cerros,
Reí hasta el alba,
Sudé lágrimas de sangre.
Y tú, tú qué has hecho?
Podrías decir que estás a la altura de las circunstancias?
Podrías decirle, algún día a tus hijos,
Yo mendigué en lo helado de la noche?
Yo medité los inviernos,
Fui testigo activa de crímenes,
Presencié a la turba enardecida
Correr con sus manos armadas,
Yo bajé a los infiernos
E hice de aquel sitio mi lugar.
Yo corrí pidiendo auxilio
Mas nadie me oyó.
Con tus años yo viví el doble que tú,
Salté pidiendo la redención
Y en otras manos la hallé,
-aquel lejano, muy lejano ya- día
En que descubrí el amor.
Dirás que no te ha alcanzado el tiempo,
Pero qué demonios te detuvo
A la vera del camino?
Sólo quieres imprimir en los días
La hazaña de tu inercia?
Ve que el dolor horada al alma
Como la gota de agua la piedra.
Y que lo único que confluye en el corazón
Es lo que nos atrevemos a sentir.
Y lo único, que al fin salva, es el amor.
Pero tú qué sabrás de eso!
Yo a tus años había querido morir tantas veces,
Deserté la esperanza que se ajusta al cuello
Y se cierne sobre los parpados caídos.
Yo economicé en llantos cuando hizo falta,
Pero así también, cuando hizo falta
Lloré hasta la médula,
Me estrujé hasta los huesos
Y me desgarré la piel
Sólo por un día más de sol.
Yo, que hice canciones a la noche,
Que jamás deseché como mejor amiga la luna,
Acaso la única compañera
En las noches de frío.
Las horas muertas han sido mi patrimonio,
Las horas bajas mi dominio.
No hubo dioses para mí,
Sólo botellas vacías,
Colillas sucias y sexo barato.
Nunca respondí a la traición,
Pero dormí siempre
-aún lo hago- con un ojo abierto.
Pero tú qué sabrás de dormir a la intemperie
De los hombres y más,
Qué sabrás de no tener dónde echar tu cuerpo cansado
Que todos los lugares no sean ningún lugar,
Que no haya refugio en el mundo
Para tus pies humorados.
Tú, qué sabrás tú
De soñar pegado a la almohada,
De mirar las nubes deseando estar en una de ellas.
Sí, soy una sobreviviente de la vida,
Y no me turba, no me atemoriza,
No me hace claudicar,
No titubeo ni un instante ante el camino.
Pese a que me enlodé hasta la nuca,
Pese a que lloré noches y días enteros,
Pese a que perdí en la lucha todo cuanto amé,
Pese a que mis venas se desarman de sólo recordar,
Pese a todas las afrentas y  a las luchas en vano,
Sigo en la carrera de la vida.
Y tú, tú que podrías decir de eso?

Gisela.


Dedicado a todos aquellos que aun esperan por su momento... (o no...)

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