jueves, 7 de enero de 2010

Poema viejo pero vigente aún.







 Botellas rotas que hablan
De la epopeya de grandes hazañas,
Un labial que colorea
Su propia decrepitud,
Hojas de un cuaderno ajado
Por la tristeza,
Un número de teléfono anotado de pasada,
Anónimo y olvidado.
Una canción que hace llorar
Y un poema que hace enojar.
 Un encuentro furtivo
De bajas horas, hecho a desgano,
Por el sólo hecho de perder.
La lluvia cómplice
Que lloró por uno,
La tempestad de una mañana gris
Que augura un nuevo día
De minutos todos iguales.
 Noches en las que se quisiera
Nunca haber nacido,
Un abrazo frío
O el abandono al regocijo.
Mil palabras que nunca fueron dichas
Por el temor de perderlas
Para siempre.
Horas lentas de desidia,
De desear lo que no se tiene ni se tuvo,
Lo que fue sin haber existido,
De callar por no gritar,
De esperar una mano querida,
Una mirada que vaya más allá,
Un alguien, ese alguien,
Que te borre del cuerpo
La tristeza con caricias,
Que te quite de los labios
Las maldiciones con besos,
Que te saque el peso ancestral de la vida
Para mostrarte el don de vivir.





2 comentarios:

  1. Como que mal gusto?

    Jaja, es para los paladares mas exigentes.

    Espero que andes bien Gise, un beso.

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  2. Siempre es menester ovacionarte por lo que escribes. Es mero y puro arte

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