Ella y él.
Él le dona un riñón
Ella escupe su hígado por él.
Él la toma de la mano
Pero la suelta al llegar el tren,
Ella nunca se olvida,
Sacó la memoria de papá.
Él necesita el universo
Para sentirse eterno
A ella dos palabras de él
Le bastan para ser infinita.
Él nunca vio la nieve,
Ella huye del sol
Y así sin ton ni son
Dos almas muertas
Se vinieron a encontrar.
Él le tiende palabras hurtadas,
Ella hace flores con los dedos,
Él gime de placer,
Ella suspira de amor.
Él ríe cuando cae el sol
Ella muere cuando llega la noche.
Ella es un alma oscura,
De aquellas que viven en un callejón,
Él es de lo que viven del lado de la luz.
Ella tiene las certezas
De morir de amor,
Él nunca supo lo que era eso,
Ella lo pena y luego lo abraza.
Él viene a inquirir el secreto de la primavera,
Ella no lo sabe, entonces lo inventa
Y así juega un juego maquiavélico
Con el único fin
De perpetuarse en aquel cuerpo
Que para siempre le será ajeno.
Pero como justa es la vida,
Justas son las circunstancias
Que unen porque sí
A dos seres desconocidos.
Sabrás que la marea
No trae lo que no sirve,
Sólo observa el lado bueno
Y verás que donde no disfrutas
Más se aprende
Y donde más se llora
Más fuerte se hace.
Vencida
Sin ganas de un día más
Con la esperanza gastada
De tanto esperar,
Con la mirada obnubilada
En el horizonte infinito:
Así, de pie ante la vida,
Te reclamo, fría y sórdida,
Una última valentía.
Vuelve al lugar que más amé la vida
Y dime cómo vivir
Ahora que me sé por siempre tuya
En el infinito más absoluto.
Tú, mi eterno retorno,
Yo, tu eterna condena.
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