domingo, 18 de septiembre de 2011

Muchas canciones un solo corazón.

En qué momento te das cuenta de que todo está perdido y habrá que recomenzar nuevamente? Si acaso siempre estuvieron las señales justo allí, frente a los ojos, y aun así fueron éstas obviadas… Cómo hacer cuando estaba escrito en la pared lo que sucedería y uno no lo vio, cómo se puede ser tan ciego, como jugar a las cartas ignorando la partida. No hace falta que yo ni nadie diga cuánto duele, cuánto duele equivocarse, cuánto duele saber que se equivocaron. Pero todos sabemos que es algo que se huele en el aire, que se detecta incluso con los ojos cerrados, que no pasa desapercibido, que está y es tangible. Quién podrá decir ¡No lo esperaba!
Pero cuándo es que se secan los ojos, cuándo empieza a no pesar el alma, y no los 21 gramos que dicen, sino mucho más. Cuándo es que las canciones dejan de lastimar y una lágrima es sólo una lágrima y la soledad ya no apremia…

Las heridas son de lo oficial.
No basta con cicatrizarlas, ellas quedan. Perduran. Aunque uno las tape, las cure; ellas están. No basta con mostrarlas, con hablar de ellas, no basta con cubrirlas de risas. Siempre quedan como cicatrices eternas, confiesan una vida vivida, una muerte más, una más de las tantas que vendrán antes de la definitiva.

Esquivas a tu corazón y destrozas tu cabeza.
Cuántas veces evitamos sentir lo que sentimos, cuántas veces olvidamos dale crédito a lo que el corazón ve, huele, siente… Cuántas veces obviamos lo que nos termina perdiendo en un laberinto de ideas sin razón, de fábulas alucinatorias que no nos llevan a ninguna parte. Cuántas veces dejamos de lado lo que somos porque lo que nunca podremos ser. Nos engañamos a nosotros mismos con promesas estúpidas que al fin nos dejan el corazón asolado y la cabeza sólo con recuerdos malogrados.

Te doy dios quieres más.
Somos humanos completamente imperfectos ¿Y qué? Acaso hay que pedir perdón por ser tan humanos, por tener, acaso, la inigualable capacidad de sentir? Acaso debemos pagar con creces lo que nos sale del alma. Quién es cada quién, a quién le representa un peligro nuestro hacer y nuestro sentir. Porqué no somos capaces de dar lo mejor de nosotros y recibir lo mismo de los otros, tan sólo con disfrute y alegría por el solo hecho de dar y recibir. Porqué la cobardía nos mete en caminos escabrosos que no nos dejan avanzar. Porqué no podemos dar vuelta la página y decir -soy yo-.

Decir adiós es crecer.
Dejar ir, soltar amarras, crear un nuevo punto de partida, despedirse por y para siempre. Necesario para volver a empezar, para volver a renacer de las cenizas, para cicatrizar, para empezar a llenar de nuevo el vacío existente; para prosperar al fin y al cabo, en la lucha única que no hemos propuesto: ser felices pese a todo. No contemplar más el hasta luego, ejercer como última batalla, como última bala de amparo un rotundo Adiós, y reaprender a vivir de nuevo, con nuevas armas, con nueva metodología.

Todo el tiempo vivido que hemos perdido sin protestar.
 Todas las veces que dejamos pasar. Lo que hoy duele mañana dolerá más si lo dejamos estar. Hay que hacer algo con ello, hay que bebérselo en un vaso de cerveza caliente (como dice Calamaro), en tango o vals triste, en un viaje sin fronteras y sin retorno, en una comunicación amplia con nosotros mismos; en un despertar con primaveras nuevas por vivir. Sin peligros de sufrir tras cada paso, dejar que la natura haga lo suyo y uno encarar con el alma íntegra las nuevas aventuras que depara el camino.
Abre el barril de lluvia, toma una copa.
Date ese placer justo de significar algo, de ser alguien, de tomar de la vida lo que en ella ocurre. De no dejarte debatir entre miles de incógnitas. Sentir el mundo a tu alrededor, pero sentirlo con devoción. Haciendo a cada paso, el oficio digno de vivir.

Al partir un beso y una flor.
Despedirse. Alejarse de lo que hizo mal o ya no sirve. Descubrir que hay un más allá, que otro camino, que otro horizonte es posible. No quedarse sólo con palabras, tomar el timón de la vida y seguir apostando. Seguir con el mismo brío de antaño, seguir porque vale la pena, seguir sólo seguir. No claudicar en la lucha que nos ensaña, en la lucha que persevera, en la nostalgia de sentirse siempre abandonado, siempre un prófugo. Seguir a tientas por paisajes y mundos nuevos. Mutar. Mudar la piel. Hacer de nuevo el camino. Trazar los mapas una vez más. Redefinir cómo le pagaremos al mundo la deuda que hemos contraído. Hacer oídos sordos a las cláusulas que nos dejaron inmunes.

Cuando menos piensas sale el sol.
No hay más fondo que el fondo, no hay más abismo que la cornisa. Pero todo siempre tiende a armonizarse, a ponerle un punto final a cada situación. Después de la tormenta vuelve el astro sol a iluminar nuestro rostro hinchado de llorar. Ya no vale la premisa del dolor. Retorna la primavera como una forma más de reinaugurarse y hacer ascuas con lo que no tiene valor. Sólo esperar al amanecer para ver con ojos nuevos. Sin perderse, sin lastimarse más, sin rejuntar despojos ajenos. Volver a ser. Con la frente en alto. Con la mirada nueva. Con las ganas de siempre seguir.

Vivo para no perder!




Las canciones nombradas en los subtítulos son: 
Confesiones de invierno- Charly 
Viernes 3 am- Charly
Seminare-. Charly
Adiós- Gustavo Ceratti
Cansado de pensar- Andrés Calamaro
Un beso y una flor- Nino Bravo
Sale el sol- Shakira
El tempano- Baglietto.

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