jueves, 29 de septiembre de 2011

Jonhy


Jonhy está en su cuarto, mira el techo, las paredes vacías. Llora. Llora y se masturba. Con la mirada fija en el techo. Eyaculación, sus manos se llenan de su propio semen. Se las mira, le chorrea el blanco líquido, lo empapa de lágrimas. Se le retuercen las tripas. Dolor.
Jonhy va al baño, se lava, con una toalla gris se seca el llanto. Baja a la cocina, no sabe qué hacer. Abre la heladera, toma una cerveza, la destapa, se la traga. Más líquido. Deja el envase vacío. Vuelve a su cuarto. Todo está oscuro. Se tira de nuevo en la cama y le da play al equipo, suena estridente Nirvana. Dentro de él, un mar de silencio. La música no logra tapar sus ideas. Piensa.
Jonhy se mete la mano en el pantalón, toca su flácido pene. Y piensa.
Jonhy está en estado de inercia, inútil, tan inútil como su flácido pene.
Jonhy ya no quiere pensar.
Jonhy  ya no quiere.
Jonhy ya no.

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