miércoles, 29 de junio de 2011




Qué sabes tú de esos trenes
Que nunca se detienen,
Qué sabes acaso de las mieles
Que se perdieron para siempre.
Qué intuyes cuando ves
Mi rostro congestionado.
Qué presientes al sentir
La sangre erosionando.
Es improbable que obtengas
Ferocidad que no sabes guardar, es menester que sepas
Que la vida transcurre
Fuera de las casas estas.

Cuántas lágrimas has derramado,
Por cuántos siglos has vagabundeado.
Hay en tu haber, acaso,
Heridas de muerte,
Mortaja de los años?
Cuántos calvarios has transitado,
Cuántas manos han sido las tuyas.
Dónde reina tu mayor infierno.

Mi carne está mancillada,
Mi sangre putrefacta,
Mis manos, frías e infectas,
Ya no detienen su caudal.
Mi memoria es una bomba
Pronta a estallar.
Y en mi garganta se detiene
Toda la mierda que por años callé.
¿Tienes alguna puta idea
De lo que es sufrir?
Has maldecido la hora misma de la vida?
Has deseado nunca haber nacido?
Has comprendido que en una lágrima
Cabe certero el dolor del orbe entero?

(gritando)

¡Estas son las llagas
Que los años me cobraron!
Muertas están las esperanzas
Que los días me robaron.
Ellos siguen en mi cuna,
Nunca han muerto.
Ellos, perpetuos ogros
De un cuento mal contado.
¡Estas son las primaveras rotas
Que los largos inviernos me llegaron!
¡Estas son las primaveras rotas
Que los largos inviernos me legaron!
¡Estas son mis inmundas manos
Heridas por odio que las nutre!
¡Este es mi pecho herido
Por la lanza del destierro!
Y cual cristo crucificado
¡Esta es mi cruz,
Estos mis pecados!

(silencio)

Y aquí…
Ante las plantas de mis pies
La turba indiferente
Bebiendo de mi sangre.
¡Cómanse mis tripas, mi corazón,
Desayunen mi dolor!
Detente mano,
Que la hoja está manchada.

09/06/10.

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