Necesito tu luz para reconocerme,
Para no perderme en un camino que desconozco,
Para hundirme hasta la médula
En el mar de la cordura
Y salir ilesa al fin.
Necesito tu libertad
Para que mis alas echen a volar,
Para liberar la mente
Y ya no recordar.
Necesito tus sueños
Para volver a soñar un ratito
Y desprenderme así
De la malicia que me agota.
Quiero saber que estás,
Que aún no me perdí,
Que tú tienes esa llave que tanto busco
Y que abre todas mis puertas.
Es que quiero marchar,
Quiero volver,
Quiero revivir, quiero sangrar
La sangre que ya no me queda,
La sangre manchada y viciada
Que algún día se derramó.
Necesito que no me sueltes
Ni aun cuando te diga adiós.
Necesito que me ayudes a llevar
Esta carga por demás pesada,
Porque mis espaldas no son anchas
Y ya no soportan el peso de la culpa
Y de todo lo malogrado.
Necesito la duda en una certeza
De un mañana mejor,
Sin ansiolíticos ni borracheras,
Sin sexo barato ni lunas ocultas,
Sin plegarias mudas ni besos anónimos.
Necesito que me salves,
Que me ayudes a salir,
Caí muy hondo
Y ni siquiera sé por dónde entré.
Necesito que me enseñes a cuidarme
De lo que verdaderamente me hace mal
Y no de la utopía de la plusvalía de mi persona.
Necesito que me veas llorar y no intentes detenerme
Sólo que toleres el peso de la lágrima,
Salado su sabor,
Agridulce en mi paladar.
Necesito que estés cuando al perderme del todo
Al fin me encuentre
Y así que seas tú
Lo primero que vea cuando renazca,
Que sea en tus brazos,
Que sea para siempre.