martes, 24 de julio de 2012

Si algo callé es porque entendí todo, menos la distancia...


Intento escribir
y me siento bloqueada, vacía.
Como si nada llenara mi interior,
como si hubiera subido
a un peldaño en el que
más allá no hay nada.
Y me gusta la vida tal cual es,
pero no puedo empuñar la pluma.
Será que me quedé sin armas
porque acaso no es momento
ya, de luchar?
Será que no es vacío
lo que hay en mí,
sino más bien, una completitud
inexpugnable que colma?
Será que, de algún modo,
no puedo llorar siquiera
porque le debo todo lo que lloré a la mar?

Durante tantos años
habité el subsuelo
de un planeta triste,
amamanté sueños fétidos
y herí de muerte
toda esperanza venidera.
Durante tantos años
jugué al drama eterno
mientras avispas
clavaban en mí
aguijones fatales,
y llevé en mi frente,
con afrentas pero orgullosamente,
la vieja marca de Caín,
penando en un valle de lágrimas,
estupefacta y horrorizada
de mirarme a mí.

Vacié el vaso de la soledad
de un solo trago amargo,
amparé en mi mente
la ancestral culpa de vivir.
Me peleé y me reconcilié
cientos de veces,
con aquel dios nefasto
que me llevaba a pecar
sólo por contradecirlo.
Pero ya no hay rebeldía al fin,
soy sólo una persona
enfrente de sí,
y al espejo ancho
le dedico mi mejor sonrisa:
se está mejor así.

Necesitaba -ahora lo sé-
toda aquella destrucción,
fue un camino evitable
pero por demás necesario.
Necesitaba del fuego,
del ácido y de la sagre,
necesitaba la palabra hiriente,
la mano lastimadora,
la herida punzante,
la herida de muerte.
Necesitaba verme agonizante
bajo un árbol seco,
necesitaba tus manos
¡manchadas por mi sangre!

De todos los lares
el Infierno es el peor,
a nadie le deseo
vivir un solo día allí,
pero para reconciliarme
con esta tierra que piso,
con este suelo que me sostiene,
tuve que descender hasta él
para luego vivenciar el Cielo.
Y aquí estoy, en el justo medio:
en la realidad, donde debo estar.
Cómo decirles cuánto necesité
no tener alas ni fe,
cómo explicarles
que menester fue
saber morir para aprender a vivir.
Cómo hacerles ver
que fui de todo
y que requerí de mi mal
para entender mi bien.

Mi bien no es una flor,
no es dios ni eres tú,
no es un momento,
no es pasado,
no es presente,
no es futuro.
Es siempre, es yo.
Es sangre colmada de Vida,
es una burbuja de aire
que acusa oxígeno,
mi bien soy Yo misma.
Entonces me encuentro
tras tantos años,
tras tantas derrotas,
me encuentro, en esta tierra,
bajo este cielo,
por esta voluntad.
Me encuentro y me entiendo.
Me veo y me celebro.
Y me susurro al oído:
-volviste, te esperaba...-
y así concluyo
este poema con vísceras,
historia y decrepitud.
El poema más extraño
que alguna vez haya escrito:
me lo canto y me lo dedico
tan sólo a mí.

24/07/12.

Título: "Puente", Gustavo Ceratti.

6 comentarios:

  1. ay que triste :/ , me encanto tu presentación!
    PD: alguna vez leiste una temporada en el infierno ?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias! Aunque este poema intenta ser una reflexión de "esa temporada en el infierno", que por cierto no leí...
      Busco el autor!

      Eliminar
    2. hola,me gusta este escrito. No lo digo en referencia a estos mensajes pero ultimamente( o siempre), vine pensando que en un mundo en el que está mejor visto el que hayas leído un libro determinado, a que no lo hayas hecho,deja en un lugar muy abandonado al tatarabuelo de las ideas y , condenado, al hijo de este mismo sufrir.

      Eliminar
  2. "y me siento bloqueada, vacía.
    Como si nada llenara mi interior,
    como si hubiera subido
    a un peldaño en el que
    más allá no hay nada."
    he ahí el punto de partida para la creación.

    una temporada en el infierno? Baudelaire tal vez? Quizás Rimbaud?

    besos

    ResponderEliminar
  3. Que bello cantarnos a nosotros mismos. No todos pueden...

    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. A lo largo de una vida se frecuentan varios infiernos.
    Escapar de ellos es posible pero aún así siempre dejan huella.

    Besos.

    ResponderEliminar

Siempre serás bienvenido en Mi Pequeño Mundo