J'ai perdu

Es hipnótico, caótico, maníaco, depresivo. Es punzante, diacrónico, simbiótico, espasmódico. Es errático, fanático, disolvente, expelente, acechante. Es lo que nunca encontrarías en la basura, lo que nunca destruirías sin autodestruirte primero.

Es una súplica a un cielo que no existe, un deterioro mental permanente, es un ansiolítico de alto espectro. Es como un coma de Valium, una dejadez total que arrastra al propio tormento. Es fluir a través de discretos espacios a donde nadie más llega, un discurrir homogéneo casi atemporal.

Es una anestesia total, un complemento que jamás se encuentra. Es un abismo hondo y oscuro, es un pasaje a la nada sin regreso.

Luego se convierte en un averno tortuoso, ganas imperantes de matar, instintos homicidas, paredes chorreando sangre, amalgama de fatalidad y lluvias torrenciales. Es degradante, poético, mutilante, lacerante, poco vivo, enfermo, repugnante.

Dependiente del vaivén inútil de las horas. Lágrimas que mojan hasta al mismísimo océano, palabras inertes y letales.  Es querer cavar fosas comunes en cementerios perdidos. Es dilapidar en un gesto todas las sonrisas que no volverán a ser. Es rabioso, salvaje, ultrajante, penoso, áspero, yerto.

Es perder los motivos y los para qué, despertar por la inercia misma de respirar, es ver de frente al vil testigo del espejo.

Espero que el hígado soporte lo que el corazón no puede.