La ciudad guarda mis huellas
Y acaso ella no lo sabe.
La noche fundiéndose en el día
Me anticipa viejas nociones
De cuando mi paradero
Era totalmente incierto.
¿A dónde es que va mi horizonte?
¿A dónde se van las polillas
Cuando esgrimo al menos una sonrisa?
Ya no anticipo nada,
Vivo el hoy,
Si bien magullada por adioses,
Si bien un poco rota de andar
Pero lo vivo con devoción.
Lo amaso dulcemente en mis manos,
Lo hago ser en la vigilia
De todos y cada uno de mis ocasos!
No me encuentro si al espejo me miro
Pero allí, en esas aceras grises,
En ese asfalto crujiente,
Allí en los muros y frentes,
Allí me busco y me encuentro.
Y me miro con otros ojos,
Me dejo hechizar por lo incierto
Me abrazo a lo fugaz e ignoto
Y entonces ejerzo una comunión
Acaso con todo mi entorno.
Reí. Soñé. Jugué. Amé. Morí.
Tantas cosas, durante tantos años.
Y aquí vuelvo, a un punto intermedio,
A la luz embriagadora
Que me deja exultante y hambrienta
De un solo recuerdo más.
Pagué mis deudas,
Hice revisión del debe y del haber
Y si bien no fui una gran tesorera
Debo reconocer que, pese a todo,
Sigo aquí entera.
Esta es mi vida
Y pienso defenderla,
Estas son mis vísceras
Y aquí se quedan.
Luego de tanto tiempo
Puedo aseverar que al menos
Me corrí de la línea de fuego.
Pocos serán los que tendrán
El poder único de lastimarme.
Si no molesto pido no ser molestada.
Y de la gala y la fama
Que se encarguen los que saben,
Sólo cuido mi poca reputación.
Las imágenes de antaño
Ya no repercuten en mi sistema
nervioso
Aunque nunca se olvidan,
Ellas operan de manera sutil,
Permitiéndome pensar
¡Cómo fui feliz!
Y ante todo no protestaré
Ni el acuse de recibo
Ni la pompa del adiós,
Dejo en manos de incautos
Las promesas de los años venideros.
Ya falté y me faltaron a la palabra,
Sólo intento no fallar más de la
cuenta.
Las aspas del molino
Por si solas no se mueven,
Yo seré su viento y su destino,
¡Déjenme ser también flor!
De otros atardeceres
Me llega aquella brisa nocturna,
Oh si la sintieras,
Tan dulce, tan pasiva.
Y canta sobre un abedul
Un pichón condenado a volar.
¡Déjenme ser el viento!
Miro de reojo el movimiento
Y percibo en todos
La magia de mi existir,
Rostros anónimos que se perplejan
Por no mirarme a mí.
Disiento, soy verde ahora.
No me quejo, no me acobardo.
Sólo existo ¿es pecado?
09/05/12.
Vivir es nuestra gran y placentera misión y para ello hay que hacer frente a obstáculos de todo tipo. Sobrevivir e vivir, pero con más emoción. Preciosas Palabras que impresionan por su fuerza y claridad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Pedro por tu halago!
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