martes, 22 de diciembre de 2009

Un poema algo viejo y muy triste...





Un tren descarrilado,
Anfetaminas para estar mejor,
Mil doscientos motivos para morirse
Y en el medio tú.
Un viejo sueño unánime,
Una puerta siempre abierta a la ilusión.
Y te quise eterna,
Te quise ahí,
Te quise triste,
Te quise de todos los modos conocidos.
 Por tanto buscarte
Perdí los motivos,
De tanto conseguirte en sueños
Dejé de desearte durante la vigilia
Y por entonces sólo se me ocurrió
Llorarte despierto.
 Letanía sutil,
Ambición ambigua,
Juego inequívoco de palabras,
Dulce melodía en mis oídos,
Llaga abierta en mi carne,
Cien maneras de pronunciarte,
Una sola de llamarte: despiértame!
 Con esta cruz
A mi calvario voy
Y como antesala del final,
Tus ojos filosos
Que me extrañan cada día más
Con tanta lucidez
Y con tanta frialdad.
Dime sino puedes,
Por un instante tan sólo,
Depositarlos en mí?
Dime por qué no puedes abrazarme?
Sino tienes brazos
Yo te presto los míos.
Y sino tienes alas
Échate a volar sobre mi espalda.
Pero acércate, mujer,
No temas hablarme,
Que de todos modos
Yo siempre te espero
Del otro lado de la luna.
Anúnciate frente a mí,
Hazte carne,
Sé mía por un llano momento,
No me dejes caer sin antes
Sentir tu piel moribunda.
Pero será que tú estás helada
Y yo tan cansado de fingir mi vida.
 Me marcho, pequeña,
Para siempre jamás.
Me harté de suplicarte
Hasta dormido que seas tú
Y te veré, te veré esta vez:
Que llegué al motivo
Mil doscientos uno
Y no dejo de pensarte.


(está narrado desde el punto de vista masculina de la acción). 









lunes, 14 de diciembre de 2009

Las luchas...







Las luchas no fueron en vano,
todas las promesas no fueron rotas,
hemos sido cómplices
de una aventura desalmada,
corriendo riesgos inútiles
de salvajes premoniciones.
Pero recordaré
sólo lo que el camino me ha dejado
el resto es remembranza perdida.
 Nos hemos debatido a duelo
con la locura y la miseria,
la soledad y su triste consuelo
nos abrió puertas simples
por donde se entraba
al peor de los infiernos
y a él fuimos
bajo un sometimiento implacable,
palabras y deseos
que temen morir
pero que de ninguna manera
se pueden compartir.
 El todo por el todo
apostamos aquella vez
dejando a nuestras almas
en una esquina triste,
el desquicio que hicimos,
las llagas con las que cargamos,
todo preso del cemento
inmune ya, al paso del tiempo.
 No hubo dioses ni adioses
sólo un transitar la senda
sosteniendo en una mano herida
al corazón.
Plantar bandera blanca
ya no nos servirá,
lo hecho hecho está
y el camino andado
no se bifurca jamás.
 No me detendré hoy
a contar derrotas y aciertos,
nos regalamos un tiempo condenado
y sellamos el fin
aun antes de terminar.
Y como un premio sin mérito
llegó lo tan ansiado,
pero no voltees
que detrás viene todo el pasado.
Este simulacro de animal vicioso
no nos dejó más recompensa
que un millar de sueños rotos,
una sonrisa en los labios
y una lágrima en el cuerpo.
Y ahora que cambie el mundo,
que se vire por siempre, su recorrido,
que perpetúe el dolor
por siglos y siglos,
pero yo aun así,
confieso que he vivido.
Y en un gorrión roto alzo mi último grito,
una palabra dulce
a la vez que sufriente
que estalla firme
y se desparrama echando cimiente
confesando y diciendo
eso último que hoy callo.